EDITORIALA
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Redes ante la violencia machista, un reto urgente

En estos tiempos en los que la excepcionalidad y la gravedad derivada de la crisis sanitaria acapara gran parte de la atención y los esfuerzos por salir adelante, hay golpes de realidad que nos recuerdan que, efectivamente, existen también otros retos que urgentemente debemos atender como sociedad. Una mujer de 56 años fue hallada muerta ayer en Sestao, presuntamente a manos de su marido, que posteriormente se suicidó. Simultáneamente, se conocía que el apuñalamiento mortal de un joven en Gasteiz el pasado miércoles también tuvo motivación machista. La víctima fue agredida por la expareja de su novia, que denunció ser hostigada por el agresor.

El carácter estructural de la violencia machista, en sus diversas manifestaciones, es una cuestión de la que hace tiempo que el movimiento feminista viene advirtiendo. Gran parte de la sociedad empieza a ser consciente de ello. Sin embargo, los hechos demuestran que su erradicación es uno de los grandes retos que todavía tenemos pendientes. El confinamiento ha invisibilizado, en parte, la crudeza de esta realidad. La violencia ejercida tras las paredes de muchos hogares se ha recrudecido y silenciado, al tiempo que se dificulta la búsqueda de protección por parte de quienes quieren salir de ese círculo tortuoso. El aislamiento cobra su mayor significado ante la violencia patriarcal.

Ha pasado casi un año desde que, en lo más estricto del confinamiento, nuestra colaboradora y profesora de autodefensa feminista Maitena Monroy señalaba en estas páginas cómo la violencia machista se adapta al contexto y hasta qué punto nos interpela a todos. Ser conscientes de que cada manifestación de machismo tiene una raíz sistémica basada en relaciones de poder y, por tanto, de desigualdad, es un punto de partida esencial. En este sentido, la consolidación de una red social e institucional fuerte que enfrente esta lacra y construya un nuevo modelo en clave feminista es un reto que no se puede dejar de lado.