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RANGÚN

La junta militar birmana endurece la represión contra las protestas

La junta militar que controla Myanmar desde el golpe de Estado ha endurecido la represión contra las protestas que no cesan. Con fuego real, balas de goma y gases lacrimógenos, la Policía y el Ejército dejaron ayer cerca de una veintena de muertos y decenas de heridos y detenidos, en la jornada más sangrienta desde el golpe.

El Ejército birmano ha endurecido la represión contra las protestas en Myanmar, que no cesan pese a que los detenidos se cuentan ya por centenares y las cifras de muertos siguen aumentando. Ayer la ONU registró al menos 18 manifestantes muertos y 30 heridos por la represión de la Policía y el Ejército en las protestas contra la junta militar, en el día más sangriento desde el golpe de Estado del 1 de febrero.

Pero otras fuentes elevaban las cifras de víctimas mortales por encima de la treintena, sobre todo por el uso de balas reales. Es la tercera ocasión desde el golpe en que las fuerzas de seguridad emplean fuego real.

«En varios lugares en todo el país, fuerzas policiales y militares se han enfrentado a manifestaciones pacíficas utilizando la fuerza letal», denunció la Oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet.

Según las informaciones recogidas por este organismo, las muertes ocurrieron como resultado de los disparos contra manifestantes en Rangún, la mayor ciudad del país, Dawei, Mandalay, Bago, Pokokku y Myeik.

«Birmania es un campo de batalla», denunció el cardenal Charles Maung Bo, arzobispo de Rangún, al describir en Twitter la situación actual del país, donde los hospitales se encontraban desbordados. La Policía, apoyada en las calles de la antigua capital por unidades militares, utilizó balas de goma, gas lacrimógeno y granadas aturdidoras.

A pesar de la violencia policial, los manifestantes regresaban una y otra vez. En muchos casos, protegidos con cascos y escudos.

Más de mil detenidos

Desde hace semanas, centenares de miles de personas se manifiestan en contra de la junta militar y exigen la puesta en libertad de todos los arrestados tras el golpe de Estado, entre ellos la depuesta líder, Aung San Suu Kyi.

El canal público MRTV, ahora bajo control militar, informó de la detención el sábado de 479 personas acusadas de «protestas contra el Estado» durante una de las jornadas más violentas desde el levantamiento. En el mes de manifestaciones se calcula que más de 1.000 personas han sido detenidas de forma arbitraria e ilegal, entre ellos responsables políticos, activistas, miembros de organizaciones de la sociedad civil, periodistas y profesionales médicos.

La Oficina de la Alta Comisionada de la ONU indicó que solo ayer fueron detenidos al menos 85 médicos, estudiantes y siete periodistas.

La junta militar asegura, por su parte, que la Policía utiliza la fuerza «mínima» contra las manifestaciones a la vez que las fuerzas de seguridad amenazan con «tomar acciones legales» contra los líderes de las manifestaciones. .

Presión occidental y negociación regional con los golpistas

La junta militar que dio el golpe en Myanmar se enfrenta a la presión de la ONU, EEUU, la Unión Europea y el G-7, que han anunciado recortes en ayudas o sanciones. A la vez, en el ámbito regional países vecinos se mueven entre la no intervención y la mediación como la que impulsa la ministra indonesia de Exteriores, Retno Marsudi, que se reunió en Bangkok con sus homólogos birmano y tailandés, aunque evitó el encuentro en Myanmar que podría interpretarse como un reconocimiento del golpe. GARA