Patadas
A nadie le puede extrañar que los chicos del ministro con perrita, Grande Marlaska, interpreten las leyes como les pasa por la célula de identificación e irrumpan en un domicilio madrileño donde se estaba celebrando una fiesta dando una patada en la puerta. La dieron con un ariete, que es una imagen más medieval todavía. Corcuera revivido. Marlaska tan encantado de haberse conocido. ¿Es un delito flagrante estar haciendo una fiesta en tiempos de pandemia? Parece que no existen dudas al respecto. No. Y un piso alquilado es inviolable sin autorización de un juez. Los retrocesos en asuntos de libertades individuales que mentalidades tan retrógradas como este ministro van colocando en lo cotidiano es la forma del gran peligro de una involución. Así que las patadas a las libertades se siguen produciendo con un amparo curioso dentro de un gobierno que se presenta como progresista. Tan progresista debe ser que no tiene ni idea de lo que es una selección nacional, ni lo que son organismos internacionales, deportivos o de otra índole, que exceden de la estructura mental limitada de los dirigentes en cuestiones más allá de las patadas a los derechos humanos. Kosovo no está reconocido como Estado por el reino de España, sin embargo, se liaron a patadas los jugadores kosovares, con bandera e himno, en un campo andaluz, frente a la selección española de fútbol. ¿A qué es bonita la situación? Y cualquier día les toca jugar contra Gibraltar.
Para que después se quiera obviar el carácter político de ese deporte que tiene a medio mundo cautivado y ahora con la explosión de las mujeres en primer nivel. Si existió una etapa de las relaciones entre China y USA que se condujo por la diplomacia del ping pong, el fútbol puede canalizar emociones, identidades y millones de euros, dólares o yenes.