Se cumplen quinientos años de la una batalla que marcó nuestra historia. Los conquistadores españoles habían sido expulsados de Nafarroa en la primavera de 1521, pero la contraofensiva imperial triunfó junto a Noain y esa es una de las razones de que llevemos un documento de identidad español en la cartera. Desde hace tiempo en estas fechas se celebran actos de conmemoración en el monumento que se erigió con ese fin y este año Vox ha perpetrado una más de sus mediáticas provocaciones. Ya veremos en qué queda la cosa, pero este asunto trae consigo numerosas derivadas, entre ellas la creciente presión que soporta UPN para desplazarse hacia un españolismo sin disimulo alguno. Si la victoria de Ayuso en Madrid supuso para algunos sectores del partido que un día fundó Aizpún un destello de esperanza y no tardaron en «ayusear», veremos si ahora «voxean» y hasta qué punto. Mientras deciden si finiquitan Navarra Resta o la mantienen como un zombi, mientras vacilan entre restaurar la entente con el PSN y sumar con Vox, cada vez están más anclados en Madrid y menos en Nafarroa.

Madrid es una isla, argumenta Oscar Pazos en un libro del mismo título. Y añadiría yo que allí triunfa el «sentimiento de imperio» a costa de arrasar todo lo demás, catalogado como periferia de la que extraer rentas y a la que convertir en chivo expiatorio. Cuanto más «isleño» sea UPN, cuanto más haga suyo ese sentir imperial que tan toscamente representan los carceleros de Vox, más se alejará de la realidad mayoritaria en Nafarroa, que está mucho más cerca del imaginario de los defensores de Amaiur que de esa añoranza imperial.

No creo que estemos ante una pugna entre modelos de vuelta al pasado, sino en la disputa entre la continuidad de las ataduras impuestas en estos cinco siglos y la elección libre de un nuevo camino para el siglo XXI. Así veo yo la batalla (de Noain, si queremos llamarla así) en 2021.