Raimundo Fitero
DE REOJO

Asertividad

Defender la opinión de manera firme debería ser una condición que se valorara en el currículum. No confundir tener convicciones, defenderlas sin casi resquicios para la retórica, con el gritar de manera explosiva y con insultos, demagogias y juramentos absolutistas. Quienes alguna vez consideramos que el parlamentarismo formaba parte de una idea de progreso, de confluencia de la narración oral con las convicciones e ideales, que la acumulación de frases que vayan elaborando una pensamiento sólido que contribuya a entender el presente y nos ayude a intuir una posibilidad de mejora en el futuro, es algo necesario para la vida en sociedad, para que la delegación de nuestro voto en unos representantes pueda tener una conexión real entre las partes, urdida en la confianza, la complicidad y el compromiso y al final comprobemos que los que tenemos casi todo, luchamos por los que no tienen nada. O muy poco.

Propongo que la asertividad forme parte de todos los planes de estudios y que aquellos que se mueven de manera genética en esa forma a veces muy ruda, en ocasiones exigente, habitualmente sincera y cargada de argumentos fundamentados en los conocimientos, la experiencia y el análisis a partir de una ideología que no se base en filosofías conformistas ni dogmas totalitarios, sea ejemplo social, no señalados por insistir como aberrantes inmovilistas.

El mayor inmovilismo es que todo se acepte desde el asentimiento por formar parte de una masa que se agrupa en las redes sociales; que no exista un ápice de actitud crítica surgida de la reflexión y la confrontación de hipótesis, que se instaure una oposición ramplona que se sustancia en los exabruptos de esa extrema derecha españolista tan recargada de prejuicios y que se expresa cada vez con actitudes más antidemocráticas.