Raimundo Fitero
DE REOJO

El hambre

Abrasivas sensaciones producidas por los hechos, no por los comentarios de lo intangible. Se han encontrado cientos de cadáveres de niños y niñas indígenas en cementerios de hospicios gubernamentales canadienses regidos por organizaciones religiosas. Previamente los representantes de los pueblos indígenas habían denunciado la desaparición de miles de esas personas tomadas como rehenes o como experimentos para integrarlos a base de anular toda su cultura originaria. Un ejercicio colonialista y genocida de gran envergadura porque muchos de esos niños eran arrebatados a la fuerza de sus familias e internados en alguno de los cientos de centros de esta terrorífica categoría alejados cuentos de kilómetros de donde habían nacido.

Esto sucedía en ese supuesto paraíso al que habíamos convertido a base de propaganda e ignorancia a Canadá. La ola de calor ha provocado cientos de muertos, lo que nos deja ante la tozuda realidad: es un país rico, donde hay ricos, pero también hay zonas depauperadas, pobres y situaciones imposible de compadecerse con esa idea del capitalismo desarrollista indefinido y feliz. Las noticias se encadenan, los pueblos reaccionan, la historia a. veces necesita de golpes de efecto y han ardido iglesias. El calor es propicio para que se produzcan incendios. La rabia ante las injusticias y el terror asesino racista institucionalizado, mucho más.

Cuesta dirigir que, en Etiopía, en Tigray, millones de sus habitantes están padeciendo una ola de hambre severa y que pueden morir cientos de miles de personas en los próximos meses debido a la pertinaz sequía y el conflicto armado que padecen de manera crónica. La ayuda humanitaria que se lleva es bloqueada por los militares de ambos lados.