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PEKÍN-PARÍS

París y Pekín expresan su irritación por la nueva alianza militar Aukus

Tanto China como el Estado francés reaccionaron con evidente enfado, y por motivos distintos, a la alianza de EEUU, Australia y Gran Bretaña para el Indo-Pacífico, Aukus. Pekín advirtió sobre otro paso en la Guerra Fría de Joe Biden. París criticó la «puñalada por la espalda» de sus aliados, que arruina el «contrato del siglo» de su industria naval.

La alianza militar que Estados Unidos ha formado con Australia y Gran Bretaña en la zona del Indo-Pacífico, con China en el punto de mira, ha suscitado no solo la ira de Pekín, sino también la de París, que ha visto torpedeado un enorme contrato militar.

La nueva alianza, denominada Aukus, presentó como primera iniciativa la entrega de una flota de submarinos estadounidenses de propulsión nuclear a Australia, según confirmó el primer ministro australiano, Scott Morrison, en una videoconferencia junto a su homólogo británico. Boris Johnson, en un evento presidido por Joe Biden desde la Casa Blanca.

El pacto –que según los firmantes «vinculará a Australia, EEUU y Gran Bretaña durante generaciones»– prevé también la colaboración en ciberdefensa, inteligencia artificial y tecnologías cuánticas.

China calificó la venta de submarinos como «extremadamente irresponsable». «Socava gravemente la paz y la estabilidad regionales, intensifica la carrera armamentista y socava los esfuerzos internacionales de no proliferación nuclear», subrayó el portavoz de la diplomacia china, Zhao Lijian.

Además, criticó que la Aukus «utiliza las exportaciones nucleares como herramienta geopolítica», y cuestionó en concreto la sinceridad de Australia, país signatario de pactos como el Tratado de No Proliferación Nuclear y el Tratado del Pacífico Sur como Zona Libre de Armas Nucleares.

«China va a prestar mucha atención al desarrollo del acuerdo Aukus», advirtió el portavoz chino, que recalcó que el pacto podría intensificar la carrera armamentística global. «Es Camberra quien debe pensar bien si quiere ver a China como un socio o como una amenaza», añadió. Aunque los tres aliados no mencionaron a China en su comunicado conjunto, y se refirieron solo a «la paz y la estabilidad en la región del Indo-Pacífico», no hay duda de que la nueva alianza tiene como objetivo principal hacer frente al auge económico y geoestratégico de Pekín.

Biden viene repitiendo desde su elección su objetivo de confrontar con China, al igual que su predecesor, Donald Trump, manteniendo y escalando en la nueva Guerra Fría.

El próximo 24 de setiembre relanzará en Washington, con los primeros ministros de Australia, India y Japón el Quad, otra alianza paralela frente a Pekín. Pese a la evidencia, trataron de maquillarla con buenas intenciones como la «invitación abierta al diálogo con el presidente chino, Xi Jinping» de Morrison o la afirmación de Johnson de que el acuerdo «no pretende oponerse a ninguna otra potencia (...), sino que simplemente refleja la estrecha relación que tenemos con EEUU y Australia».

«Puñalada por la espalda»

El Estado francés, que ve cómo se le escapa un contrato de 56.000 millones de euros para suministrar doce submarinos con propulsión convencional (no nuclear), también ha montado en cólera. París ve cómo sus aliados le dejan de lado y le revientan el «contrato del siglo» con el que iba a impulsar su industria naval.

«Esta decisión unilateral, brutal e impredecible es muy similar a lo que estaba haciendo Trump», destacó, por su parte, responsable de Exteriores, Jean-Yves Le Drian, que la calificó como «una puñalada por la espalda», evidenciando la decepción europea hacia Biden después de la euforia por el triunfo electoral que derrotó al republicano.

«Basándonos en nuestra historia compartida de democracias marítimas, estamos comprometidos con una ambición común de apoyar a Australia en la adquisición de submarinos de propulsión nuclear», explicaron los tres socios en una declaración conjunta, que subrayaron que se trata de una cuestión de propulsión nuclear –submarinos más autónomos que los convencionales– y no de armamento atómico.

«El único país con el que EEUU ha compartido este tipo de tecnología de propulsión nuclear es Gran Bretaña» desde 1958, recordó la Casa Blanca.

«La decisión que hemos tomado de no continuar con los submarinos de la clase Attack y de tomar otro camino no es un cambio de opinión, es un cambio de necesidad» se justificó, por su parte, el primer ministro australiano.

Canberra indicó que la razón del cambio es «nuestra seguridad nacional», al optar por un modelo de submarino superior al francés.

Al igual que Biden, que calificó a París como un «socio clave», Gran Bretaña quiso, sin éxito, tranquilizar a París. «No pretendemos hacer nada que pueda molestar a los franceses», prometió el ministro de Defensa británico, Ben Wallace.

Estrategia francesa en la región

De hecho, la nueva asociación de seguridad no solo es un golpe a la industria militar francesa, sino que inflige un gran revés en la estrategia de París en la zona del Indo-Pacífico, basada en asociaciones con India, Australia y otros actores menores.

La alianza muestra que Washington no confía en su aliado francés –y por extensión en la Unión Europea– para su estrategia contra China y que la vía propia que ha intentado llevar París no coincide con los objetivos estadounidenses.

El presidente francés, Emmanuel Macron, ha hecho una prioridad del Indo-Pacífico, una inmensa región que se extiende desde las costas de África oriental hasta las occidentales americanas, plagada de puntos clave, económicos o militares, que albergará al 60% de la población mundial y del PIB en 2030, y escenario de la confrontación entre las dos principales potencias mundiales.

París, única potencia europea con territorios en la zona, juega las cartas militar, diplomática y económica para tejer relaciones especiales con ciertos países clave: India –con la venta de aviones Rafale y operaciones militares conjuntas– Japón o Australia, aunque esta última ha quedado obviamente dañada. Y, mientras, intenta que la Unión Europea sume fuerzas en esta estrategia, cuyos ejes presentó ayer, ha recibido ahora la bofetada de Canberra, Washington y Londres.

La UE quiere aumentar su presencia en el Indo-Pacífico

Sobre la reunión que mantuvieron ayer el presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, planeó el pacto Aukus, pero no fue citado entre los temas que debían tratar antes del encuentro. Macron mencionó la importancia de la zona Indo-Pacífico, sobre la que los europeos deben adoptar una «estrategia común» esta semana, en un momento en que París trata de impulsar una iniciativa europea común de defensa,

Macron y Merkel subrayaron su intención de seguir cooperando hasta el adiós de la canciller al cargo y se centraron, entre otros puntos, en la salida de Afganistán tanto de europeos como de otras personas amenazadas, en la estrategia en el Sahel, en la agenda común europea en materia climática y en la regulación de las grandes plataformas digitales.

Quien sí avanzó la estrategia de la UE para la región Indo-Pacífico fue el alto representante de la UE para la Política Exterior, Josep Borrell, que señaló el intento europeo de ganar relevancia en la zona a través del comercio y con mayor presencia naval frente a la pujanza de China y EEUU, aunque esta correspondería a los Estados miembros, y descartó que Europa vaya hasta allí para «solucionar problemas», así como el envío de «una flota europea». Admitió, además, que no todos los Estados miembros se sienten comprometidos con ese objetivo, en el que pesan no solo su posición geográfica, sino sus intereses económicos.

Aunque insistió en la necesidad de cooperar con Londres y Washington, afirmó que la colaboración con China es «esencial» y añadió los proyectos de diversos acuerdos con actores menores cono Malasia, Filipinas, Tailandia, Australia, Indonesia, Corea del Sur, Nueva Zelanda, Japón o Singapur. GARA