De agresión sexual pasó a agresión a secas; de cuatro agresores a uno solo; de gran violencia, a unos rasponazos y, finalmente, de denunciante ha pasado a denunciada: crónica de la brutal agresión de cuatro menas a una excandidata de Vox. Se le acusa de simulación de delito, pero es difícil no ver que hay más delito de odio que de simulación. Si tienen estómago, dense una vuelta por la entrevista que le hicieron en Toro TV, aunque solo sea para que les quede claro que, en cuanto expulsen a los inmigrantes ilegales (nadie los ha visto, pero ya saben los contertulios que eran indocumentados que habían entrado ilegalmente), las mujeres podremos regresar a casa por la noche «solas y borrachas, como dicen las feministas».

Lo más triste es que si no fuera por la supuesta nacionalidad de los supuestos agresores, no tendrían noticia porque en ningún momento ponen el acento en una mujer agredida, sino en cuatro árabes agresores. Ahí lo ponen fuerte y con ganas. Dice la denunciante que todo quedó en un susto, pero podía haber acabado en tragedia. Pues sí, podía haber acabado, por ejemplo, en linchamiento, porque no pierden ocasión en azuzar la hostilidad y el odio. Tenga base o no la denuncia, el baile declaraciones que se abrió destila un insoportable tufo a xenofobia y a fascismo. Eso también es una agresión brutal.