Llevo todo el día pensando en Vargas Llosa. A saber qué ratos le estará haciendo pasar la mala bilis. Esta bien recordar ahora la conversación que mantuvo con Kast hace unos días, tan patético el candidato como el literato, cruzando mantras sobre comunismo, dictadura castrista, violencia, falta de libertad y otros tantos al uso.

Kast le dijo a Vargas que iban bien, pero que la izquierda es muy mala. Vargas le dijo a Kast que es verdad y que la izquierda se inventa cosas.

También le dijo que «Si Chile recupera el liderazgo que tenía en América Latina, si realmente consigue revertir la tendencia, el caso de América Latina cambiará muchísimo. Tiene usted una responsabilidad enorme. Le deseo mucha suerte». Muy bonito eufemismo ese de «recuperar el liderazgo»; decir «volver a Pinochet» quedaría fatal, demasiado crudo.

Con tantísima responsabilidad encima, Kast lo intentó todo. Hasta restringir el transporte público para que la gente no pudiera ir a votar. Le valió tanto el empeño como los buenos deseos del nobel: Kast no ha tenido suerte. El pueblo chileno, sí; la suerte de no permitirle a la ultraderecha ni revertir, ni recuperar.

Me alegro infinito de ver truncadas tantas esperanzas. De ver a un pueblo frenando al fascismo con voz de gigante. De ver a Chile haciendo florecer la luz de su nuevo amanecer.