Jaled ABDALÁ (EFE)
SANA’A

El agua potable, un bien de lujo en el devastado Yemen

Siete años de guerra han convertido Yemen en escenario de la peor crisis humanitaria del planeta, según la ONU, que con el tiempo se ha visto aún más exacerbada hasta el punto de dejar a la mitad de los yemeníes sin acceso a agua potable. Actualmente, menos del 55% de los yemeníes tienen acceso a agua potable, según Naciones Unidas, y entre ellos tan solo el 18% están conectados al sistema de suministro público, que funciona pocas horas al mes.

La escasez de agua en este árido país del golfo Pérsico ha sido una constante durante décadas, pero el conflicto iniciado en 2014 ha reducido a escombros los pozos y tanques de agua, desalinizadoras, estaciones de bombeo y tuberías, dejando en extrema vulnerabilidad a millones de habitantes. Para sustituir la falta de agua corriente y poder cubrir sus necesidades básicas, muchas personas en la capital Sana’a obtienen agua potable de bidones de mezquitas, pozos o tanques construidos por organizaciones benéficas y ONG locales e internacionales.

Uno de ellos es Ahmad Mujawar, un soldado retirado que no hace mucho se veía obligado a caminar durante más de media hora cada día para recoger agua, ya fuera de sus vecinos o de organizaciones benéficas.

«Por la falta de ingresos solíamos quedarnos días sin agua, pero gracias a Dios hoy tenemos agua tres días a la semana», dice a Efe mientras llena unas cuantas garrafas en un punto de distribución de la organización Mona Relief, situado a pocos metros de su casa en las afueras de la capital. La ONG dio comienzo en marzo de 2020 a una iniciativa para proporcionar alrededor de 150.000 litros de agua potable a través de diez puntos de distribución en los alrededores de la capital unas tres veces por semana.

«Este es un problema existente en la capital y en las provincias causado por el conflicto de siete años», asegura el director de la ONG, Fatik al-Rudaini. Explica que en 2022 quieren establecer cinco nuevos puntos de distribución en otras áreas, especialmente las que no tienen infraestructura.

El devastador conflicto ha provocado interrupciones sin precedentes en el suministro de agua corriente y el aumento del coste de la gasolina también ha hecho que el preciado líquido se pague muy caro.

El agua transportada en camiones aumentó a finales de julio hasta los 12.000 riales (unos 20 dólares) de media, lo que representa una subida del 281% en comparación con 2014, según datos oficiales. En un país donde más del 80% de la población vive con menos de dos dólares al día, los hogares simplemente no pueden permitirse comprar agua y, por tanto, este recurso básico y esencial se convierte en un bien de lujo. Incluso aquellos que están conectados a la red pública se ven obligados a obtener agua y transportarla hasta sus hogares porque las tuberías sólo se llenan unas pocas horas dos veces al mes. Si el conflicto continúa, Sana’a podría quedarse sin agua en 2030.

El enviado especial de la ONU para Yemen, Hans Grundberg, advirtió ayer de que «la gran escalada militar» en el país es la peor de los últimos años y disminuye las posibilidades de alcanzar una solución negociada al conflicto en el país.

«Los bombardeos contra Sana’a han provocado la pérdida de vidas civiles y daños en la infraestructura civil y áreas residenciales», destacó respecto a los recientes ataques aéreos de la coalición militar liderada por Arabia Saudí en la capital.