Aritz INTXUSTA
IRUÑEA
CRISIS DEL CORONAVIRUS

La CAV dejará de contabilizar casos leves y afrontará esta ola a ciegas

Osakidetza solo va a contabilizar las pruebas positivas de aquellas personas que pertenezcan a colectivos vulnerables, sean casos de gravedad o en el caso de que se necesite un justificante para la baja laboral, así lo explicó ayer la consejera Gotzone Sagardui en el Parlamento. La consecuencia de esto es que, de forma inmediata, todos los indicadores epidémicos de la CAV van a mejorar salvo uno: el hospitalario, que seguirá reflejando la realidad.

Toca, pues, afrontar una ola prácticamente a ciegas y seguir adelante con el hospital como único indicador, lo que supone tener en cuenta sus restricciones, como el retraso entre contagio y el ingreso hospitalario, que se ha venido calculando en diez días. Esto implica que justo hoy toca pagar la factura del 1 de enero, o sea, de la nochevieja.

Sagardui hizo lo que pudo por defenderse en la rendición de cuentas parlamentarias, pero se vio atrapada entre dos extremos que se negaba a reconocer.

La consejera se esforzó en convencer de que no tomaba la decisión de suprimir positivos del recuento para hacerse trampas al solitario y que responde a una mera cuestión de eficiencia en el uso de los recursos. Pero su explicación quedó coja.

Esta decisión estaría justificada y sería razonable, si Sagardui hubiera admitido que Osakidetza se está preparando para evitar el colapso. Pero no lo hizo. La consejera insistió en que Osakidetza sigue teniendo recursos suficientes, humanos y materiales, como para atender dignamente los nuevos casos de gravedad que llegan todos los días y los que se sabe que llegarán.

Por desgracia, la sensación que dejó la comparecencia –con una Sagardui doliéndose en lo personal por las críticas de los rivales políticos, afirmando que están haciendo todo lo posible y más– fue que la verdadera razón de desentenderse de recontar contagios leves es que no hay recursos para atender un sistema de detección que, debido a la envergadura de la ola, ha dejado de ser prioritario. Del mismo modo que rastrear dejó de tener sentido porque los contagios desbordaron la capacidad de los rastreadores, hoy está desbordada la capacidad de detección y notificación de casos, pese a que es la población la que se está realizando las pruebas en su casa a razón de 7 euros cada test.

Como en la primera ola

Osakidetza abandonará la primera línea del frente –detección y prevención– para liberar recursos para la segunda –asistencia hospitalaria–.

Dicho de otra forma, por fin asomó la verdadera cara de la actual ola de contagios: se va a parecer a la primera de todas, la de hace dos años. De lo que se trata a partir de ahora es de aumentar la capacidad asistencial y aplicar planes de contingencia que aumenten camas en planta y en intensivos, y así tratar de dar salida como se pueda a los enfermos que vayan llegando. Si es el caso, ya a futuro y cuando importe poco, se recalculará cuántos pudieron ser los contagios reales de estas semanas, como ya se hizo con los del primer trimestre de 2020.

La diferencia es que aquella primera ola se acabó con un confinamiento de meses. Esta vez no parece que vaya a ser así. O, al menos, Sagardui no adelantó que se vayan a incrementar las restricciones de forma contundente pese al riesgo de desborde hospitalario, un aumento de presión que sin duda para estas alturas los técnicos del Departamento tienen ya calculado.

La consejera no entró en cifra alguna sobre cuántas personas prevé que ingresarán las próximas semanas. Pero sí que dio una pista sobre la progresión. De su última comparecencia a esta (diferencia de 20 días) se ha pasado de 324 a 796 ingresados en planta, mientras que las UCI han subido de 105 a 137.

Abandonar la línea de detección es lo única noticia que dejó la comparecencia. Las cuarentenas se mantendrán ajustadas a siete días, las bajas laborales por contacto se tramitarán a través de una página web, los colegios van a abrirse como antes o con restricciones incluso menores.. y si hay positivos, pues ya se verá si hay cribado o no. Según se vea en cada momento.

Así, la principal herramienta preventiva pasa a ser oficialmente que la gente se haga un test en casa y se autoconfine durante siete días, sin dar parte siquiera al sistema de salud. «Evidentemente, si los síntomas empeoran, será atendido por la Atención Primaria», explica el comunicado del Departamento.

Por otro lado, aunque Sagardui asegura que Osakidetza no tiene comprometida su capacidad asistencial, sí que admitió que tienen que buscar enfermeros y médicos jubilados para que les echen una mano. Y, lógicamente, agradecer su altruismo. Esto evidencia que con los que hoy hay contratados no se va a dar abasto a cubrir las bajas de infectados y, además, dar atención adecuada.

En lo referente a vacunación, la consejera insistió en que las diferencia entre vacunados y no vacunados es enorme (ingresan ocho veces menos), y que ya pueden pedir cita los mayores de 45 para la tercera dosis.