GARA
OSLO

El autor ultra de la matanza de Utøya pide salir libre tras diez años

Diez años después de ser condenado por matar a 77 personas en Oslo y en la matanza de Utøya, el supremacista Anders Behring Breivik pidió su puesta en libertad, a priori condenada al fracaso, pero que usó como tribuna para escarnio de víctimas y familias. Portando mensajes supremacistas, saludó a los jueces con el brazo derecho en alto.

La Justicia noruega abrió ayer el proceso judicial para estudiar la petición de libertad vigilada del ultraderechista Anders Behring Breivik, autor del doble atentado en Oslo y en la isla de Utøya, en el que murieron 77 personas en julio de 2011.

El Tribunal de Telemark (oeste de la capital) ha programado tres días para las vistas de un proceso al que se ha acogido el supremacista noruego una vez cumplido el tiempo mínimo (10 años) de la condena fijada en su día, una especie de prisión indefinida para presos peligrosos, aunque las perspectivas de que sea liberado son nulas.

La Fiscalía ya se opuso hace unos meses a la petición apelando a que existe peligro real de que pueda volver a cometer actos criminales, de ahí que ahora la cuestión deba ser resuelta por el Tribunal, si bien el proceso se celebra por razones de seguridad en el gimnasio del penal de Skien, donde Breivik cumple condena.

Breivik fue condenado a 21 años de cárcel, castigo máximo fijado entonces por las leyes noruegas y figura que puede equivaler a una cadena perpetua, ya que se puede prorrogar de forma ilimitada, aunque el reo tiene derecho a que sea revisada de forma periódica.

El Tribunal de Oslo que lo condenó en 2012 dejó claro en la sentencia que cuando cumpliese su condena de 21 años, Breivik «con toda probabilidad» tendría capacidad y voluntad de cometer «crímenes brutales» y que seguiría siendo «un hombre muy peligroso».

Durante el proceso se hará público un nuevo examen siquiátrico al que ha sido sometido el ultra, de 42 años.

La siquiatra Randi Rosenqvist, que lo ha examinado desde 2011, dijo hace unos días al diario “Aftenposten” que su nuevo análisis no presentará cambios sustanciales respecto al último hecho público en 2016, en el que lo consideraba un pragmático, avisando al Tribunal de que no creyera su supuesta conversión a la no-violencia.

Cuando demandó en 2015 a Noruega por el régimen de aislamiento al que está sometido, caso que acabó con fallo en contra del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Breivik, que cuenta en su celda con tres habitáculos, una televisión con lector DVD y consola de juegos, además de una máquina de escribir, aseguró que no era violento y que se había convertido al odinismo, corriente neonazi inspirada en la mitología nórdica, aunque se negó a condenar los atentados de 2011.

Saludo nazi

Es la primera vez en cinco años que el autor de la masacre de Utøya comparece en público, en un proceso que será filmado pese a la oposición de la Fiscalía.

El Tribunal considera que el proceso tiene interés público significativo y que las declaraciones del reo no afectarán al desarrollo de la vista.

No obstante, los supervivientes y los familiares de las víctimas temen que utilice la vista como una tribuna política.

Por de pronto, ayer reaccionó a la llegada de los tres jueces con el saludo nazi.

«Está claro que puede ser una gran carga para los familiares y supervivientes. Cada mención del terrorista puede contribuir a la retraumatización», declaró estos días Lisbeth Royneland, la presidenta del Grupo nacional de apoyo a las víctimas.

Royneland, que perdió a su hija en la masacre de Utoya, ve, sin embargo, «completamente irreal» que Breivik pueda ser finalmente liberado.

Breivik colocó una furgoneta-bomba en el complejo gubernamental de Oslo el 22 de julio de 2011, que mató a 8 personas.

A continuación se desplazó a la isla de Utøya, escenario del campamento anual de las Juventudes Laboristas, donde «cazó» y ejecutó fríamente durante algo más de una hora a 69 personas, la gran mayoría adolescente y jóvenes militantes socialdemócratas, matanza que justificó porque defendían el multiculturalismo, «una amenaza para Noruega».

Test para el Estado de derecho en un país sacudido por la tragedia

El abogado de Anders Behring Breivik, Oystein Storrvik, recordó que «como en cualquier Estado de derecho, todo condenado tiene el derecho a pedir su libertad condicional y Breivik ha decidido hacer uso de ese derecho».

En un país, Noruega, que no había conocido un ataque tan sangriento desde la Segunda Guerra Mundial, el proceso es una prueba para un Estado de derecho –que Breivik quería destruir–, que debe superar tratando al reo como a cualquier otro condenado. «Es una dura prueba para todos el hecho de que alguien que ha matado a niños, les ha cazado cuando intentaban huir y les ha matado cuando suplicaban por su vida, se beneficie de las garantías judiciales», reivindicó ayer el editorial del diario “Verdens Gang”.

«Tiene que beneficiarse de los derechos de un Estado de derecho. Pero no por su bien, sino por el nuestro. Ningún terrorista tiene que poder cambiar nuestro modelo de gobernanza y los derechos jurídicos que asisten a todos los ciudadanos noruegos», concluyó el diario.GARA