D.L.

El Parlamento iraquí suspende la elección de la presidencia kurda del país

Después de que el domingo el Tribunal Federal de Irak anunciara la suspensión de la candidatura del ex viceprimer ministro Hoshiar Zebari a la presidencia del país, el Parlamento de Bagdad suspendió ayer la votación por falta de quórum por el boicot de las principales formaciones políticas. A tenor del reparto de los principales cargos por criterios étnicos y confesionales el presidente de Irak debe ser de etnia kurda, y Zebari era el candidato del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), que gobierna en el enclave kurdo.

La corte suspendió la candidatura de Zebari, varias veces ministro en el Ejecutivo iraquí e investigado en el pasado por corrupción, al estipular que no cumple los requisitos de «integridad y buena reputación».

Su rival al cargo es el presidente saliente de Irak, Barham Sali, de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK). El principal bloque parlamentario de Irak (73 diputados), liderado por el hombre fuerte de la política iraquí, el clérigo Muqtada al Sadr, anunció el boicot a la votación, secundado por sus aliados suníes de la Coalición por la Soberanía (51 escaños), liderada por el presidente del Parlamento, Mohamed al-Halboussi , y por el propio PDK kurdo (31 diputados), cuyo líder, Masud Barzani, decidió sacrificar a Zebari «en aras al diálogo entre los bloques políticos». Incluso los rivales de Al-Sadr, la coalición chií pro-iraní Alianza para la Conquista, coincidieron en que no hay condiciones para reunir al Parlamento, lo que hacía imposible lograr el quórum.

Pero este bloqueo escenifica una crisis mucho más profunda. La elección del presidente es un paso imprescindible para elegir, en un plazo de 15 días, al primer ministro de Irak. Cuatro meses después de las elecciones, los partidos siguen sin lograr una mayoría parlamentaria.

Al Sadr anunció que dejará de negociar un nuevo ejecutivo con las otras formaciones chiíes y que impulsará un acuerdo con kurdos y suníes. Se niega categóricamente a permitir que los partidos chiíes respaldados por Irán, grandes derrotados de las legislativas de octubre, se incorporen al Ejecutivo iraquí.

Si los pro-iraníes pasan a la oposición, supondría un cambio del statu quo de los últimos años. Por contra, estos insisten en que tienen la mayoría en el Parlamento y exigen al Tribunal Supremo que lo reconozca.

Desde octubre, las amenazas y conatos de violencia sacuden la política iraquí y amenazan con un enfrentamiento civil abierto. El problema, según el politólogo Hamzeh Hadad, reside en que «nadie en Irak sabe pasar a la oposición; todo el mundo quiere una parte del pastel».