Tambores de guerra
Seis meses después de que vendieran como final de una guerra de dos décadas lo que no pasó de ser una salida por patas, nada decorosa y menos heroica, de Afganistán, con los navy seals en dique seco y la industria armamentística al ralentí, a EEUU le urge llevar la libertad a cualquier confín del planeta. El argumento de una invasión rusa era irresistible. Corrió a desempolvar y enviar a Ucrania 90 toneladas de armamento y detrás fue Gran Bretaña con 2.000 misiles; España, más modesta, pero veloz en hacer gala de la soberanía que no tiene, mandó al Mar Negro dos buques de guerra.
El presidente ucraniano tuitea alborozado fotos de los regalitos que recibe y mientras cuenta que el armamento bélico ya supera las 1.300 toneladas, pide calma y tranquilidad. Con calma y tranquilidad, Putin reconoce que el potencial de la OTAN no es comparable al de Rusia, pero recuerda a los distraídos que es una gran potencia nuclear. Y los servicios de inteligencia estadounidenses, que no detectaron los aviones a las Torres Gemelas, pero son muy buenos, han averiguado que la guerra se inaugurará el día 20.
Yo quiero creer a los que dicen que esta es una guerra fantasma, pero por si acaso tienen razón los que aseguran que tiene cuerpo, ¿no deberíamos recordarle a Putin que Euskal Herria dijo tajantemente NO a la OTAN?