EDITORIALA
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Los refugiados y las fronteras cerradas

La ONU informó ayer de que en apenas diez días después de la entrada de las tropas rusas en Ucrania más de 1,5 millones de personas han abandonado el país, lo que supondría, en sus propias palabras, el éxodo de refugiados de más rápido crecimiento en Europa desde la II Guerra Mundial. Qué duda cabe de que la vertiente humanitaria es lo que más debiera preocupar en situaciones de guerra, aunque, mejor dicho, el terrible coste y sufrimiento humano que este tipo de conflictos genera tendría que ser suficiente para no llegar a que se produjeran. Tampoco habría que pasar por alto la mención a la última contienda mundial, después de la que se estableciera la idea de que Europa debía estar vacunada ante la tentación de alimentar escaladas que condujeran a semejantes desastres en el viejo continente. Otra cosa es que la hipocresía asentada en los países ricos haga soportable que la guerra se perpetúe en otros lugares del globo. Sin embargo, el conflicto larvado en Ucrania en los últimos años por intereses inconfesables y ejercicio de irresponsabilidad ha llegado a un punto en el que, otra vez, los grandes damnificados serán las gentes corrientes, como los cientos de miles que huyen ahora mismo de sus hogares.

Pero tampoco la cuestión de los refugiados que escapan de la persecución, de la guerra o de la miseria es un problema que haya comenzado ahora, sino que supone uno de los mayores dramas que asolan a la humanidad, con personas y familias que sufren los indecible en su huida del horror y ven cómo les cierran las fronteras. Se detecta racismo rancio en el trato dispensado a estos refugiados respecto a los que huyen de Ucrania. El lenguaje también lo delata. El Gobierno británico afirmó ayer que solo aceptarán refugiados «genuinos» de la guerra de Ucrania.

Porque los grandes estados dedican más esfuerzos y recursos a cerrar sus fronteras que a mitigar las causas que provocan el éxodo. Alimentan conflictos y miseria y, después, en general, cierran la puerta a quienes sufren.