Resaca de carnaval
El carnaval ya dejó la calle pero no todos los disfraces han regresado al armario. Muchos han encontrado asiento en los grandes medios de comunicación donde todos los días, en sesión continua, comparsas sin estrellas claman contra el fin de la última guerra y proponen y aplauden el rearme general, donde la muerte alardea de ser humanitaria y otra surtida comparsa de pirómanos de Estado previene a la audiencia del peligro del fuego mientras negocia el riesgo de las urnas. Los demonios son siempre quienes con más convicción censuran las llamas del infierno, como son los cuchillos los primeros en lamentar el filo de sus hojas.
Decía J. Pulitzer, en cuyo nombre se otorgan los más famosos premios periodísticos, que «una prensa cínica, mercenaria y demagógica producirá un pueblo cínico, mercenario y demagógico». En eso estamos. El carnaval tal vez haya dejado en sus pocos días de gloria su espíritu popular y festivo, pero los disfraces siguen en los medios, siempre han estado ahí, para que puedan los tahúres exigir el fair play, los dementes reclamar cordura, los impunes ponderar la justicia, los indecentes aplaudir el decoro, los ladrones ensalzar la virtud, los hipócritas proclamar la franqueza, los olvidos ponderar la memoria, los sinvergüenzas pregonar la moral, y los monarcas brindar por el futuro.
(Preso politikoak aske)