EDITORIALA
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Una trama corrupta que debería estar disuelta

La Audiencia Nacional española ha condenado por tercera vez al Partido Popular por lucrarse gracias a la red Gürtel. En la sentencia, el tribunal considera probado que una parte de los beneficios ilícitos obtenidos por la trama corrupta se dedicaron a sufragar gastos electorales del PP en Boadilla del Monte. Por ello, además de penas de cárcel para los líderes de la red que recibieron sobornos, condena al PP y le obliga a pagar más de 200.000 euros.

La sentencia coincide en el tiempo con un nuevo escándalo por el cobro de comisiones millonarias, esta vez al Ayuntamiento de Madrid, para lo que se aprovecharon de las urgencias de los primeros días de la pandemia. La cuestión, por tanto, no solo es que se ha condenado varias veces al PP por beneficiarse de la corrupción, sino que esas prácticas perduran con total impunidad. Forman parte de su cultura organizativa. Alberto Núñez Feijóo ya ha señalado que del pasado no se reniega, sino que se aprende, por lo que lo único que cabe esperar es que perfeccionen el sistema de corrupción, no que lo abandonen. No conviene olvidar que el uso fraudulento de fondos ha pervertido los procesos electorales en los que el PP ha participado. Por ello, la representación que ha conseguido no se corresponde con su influencia real, sino con su capacidad financiera, que además ha sido fruto del saqueo de las arcas públicas, gracias precisamente a esa representación lograda de forma fraudulenta. Un círculo vicioso de manual.

Además, el PP ha utilizado ese poder institucional para recortar derechos y libertades y para imponer su visión retrógrada de la sociedad. En Euskal Herria, dónde prácticamente no tiene representación, ha usado su poder para perseguir a la disidencia vasca y alterar las mayorías electorales ilegalizando partidos, cerrando medios de comunicación y retorciendo las leyes para castigar a los presos. Todo un compendio de comportamientos políticamente inaceptables que, gracias primero a la Transición y ahora a Vox, le permiten disimular lo que realmente es: un partido corrupto de ultraderecha, golpista y antidemocrático.