EDITORIALA
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Primeros signos de una grave crisis económica

Eurostat publicó ayer los datos económicos del primer trimestre del año. Las cifras revelan que la tendencia para el conjunto de la Unión Europea y para la zona euro es la misma, y se caracteriza por el estancamiento de la producción, con un crecimiento que oscila entre el 0,2% de la zona euro y el 0,4% para el conjunto de la UE, y una elevada inflación que en la eurozona ha subido una décima el último mes y alcanza ya el 7,5%. Los precios de la energía, la guerra en Ucrania y los cuellos de botellas en el abastecimiento se señalan como las causas de esta aciaga coyuntura económica.

Los grandes números reflejan unos problemas que la gente corriente lleva ya algún tiempo notando en sus bolsillos. La factura de la energía y el precio de los alimentos condiciona de tal manera la cesta de la compra que, en el caso del Estado español, el consumo de las familias ha caído nada menos que un 3,7% en el último trimestre. También se han resentido las ventas del comercio minorista, que se desplomaron un 5,5%; y las del comercio por internet cayeron más del doble, al registrarse un descenso del 14,3%. Y como confirmación del desplome, ayer Amazon anunció pérdidas en el primer trimestre del año, por primera vez desde 2015, debido a la caída de las ventas y al aumento de los costes. Como es de sobra conocido, cuando las ventas se desploman, tarde o temprano la producción terminará por caer también.

No le van mejor las cosas a la Federación Rusa, donde el Banco Central preve una caída de la producción entre el 8 y el 10% para este año, a causa fundamentalmente de las sanciones. El cuadro económico general evoca otro cuadro, “Duelo a garrotazos” de Francisco de Goya. En la guerra, sea esta militar o económica, todo el mundo acaba perdiendo, pero sobre todo las personas más humildes y vulnerables. Se cierne una catástrofe económica de grandes dimensiones que es urgente evitar. Desescalar en todos los ámbitos es imprescindible.