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MOSCÚ-KIEV

La rendición de Azovstal cierra el frente de Mariupol

La rendición de los combatientes ucranianos de la acería Azovstal cierra el frente de Mariupol en un importante paso para Moscú, simbólico y práctico. Sin embargo, Kiev subraya que ha conseguido retrasar el refuerzo de otros frentes por parte de Moscú. El Gobierno ucraniano espera intercambiar a los prisioneros, pero Rusia puede querer enviar con ellos, sobre todo con los miembros del batallón Azov, una señal de «desnazificación».

La rendición de 265 soldados ucranianos atrincherados desde hace semanas en la acería Azovstal, el último foco de resistencia contra el Ejército ruso en Mariupol supone la toma total de esa ciudad por los rusos y un importante paso adelante de Moscú.

No solo simbólico por haber acabado con este foco tras un duro asedio, sino porque le permite controlar el territorio entre Crimea y el Donbass. Pero, sobre todo, porque podrá dedicar el esfuezo bélico desarrollado en las últimas semanas en este enorme complejo industrial a otros frentes de guerra.

De hecho, los propios ucranianos han reconocido que la orden que hasta ayer mantenía Kiev de rechazar la rendición tenía el objetivo impedir ese refuezo.

Según el Estado Mayor ucraniano, impidió la rápida captura por parte del Ejército ruso de la ciudad de Zaporiyia y retrasó el traslado de 20.000 soldados rusos a otros frentes.

El Gobierno ucraniano espera ahora intercambiar a los evacuados por prisioneros rusos «lo antes posible», aunque la vice primera ministra, Iryna Vereshchuk, solo se refirió a 52 soldados gravemente heridos.

No está tan claro que este sea el plan de Moscú, aunque los calificó como «prisioneros de guerra». La Oficina del Fiscal General pidió al Tribunal Supremo ruso que declare al batallón neonazi Azov, cuyos miembros se encontraban en la acería, como organización «terrorista».

Esta medida se suma a un proyecto de resolución para vetar el intercambio de «criminales nazis» que la Duma rusa examinará hoy. «Son criminales de guerra y debemos hacer todo por que comparezcan ante la Justicia», afirmó el presidente de la Cámara Baja del Parlamento ruso, Viacheslav Volodin. «Deben recibir el castigo más severo», reclamó el diputado ultranacionalista Leonid Slutski quien propuso hacer una excepción en la moratoria sobre la aplicación de la pena de muerte.

Los heridos de Azovstal fueron trasladados a Novoazovsk para recibir asistencia médica y otros 211, a Olenivka, ambas localidades ubicadas en territorio controlado por fuerzas rusas y prorrusas.

La semana pasada Kiev aseguraba que más de 1.000 soldados ucranianos se encontraban en este complejo industrial, con sus kilómetros de galerías subterráneas, pero se prevé que el resto se rinda también después de que el Estado Mayor ucraniano diera la orden a sus comandantes de «salvar sus vidas». El presidente, Volodymyr Zelensky, también afirmó que lo principal es «salvar la vida de nuestros muchachos», a los que presentó como héroes.

La rendición de Azovstal cierra un capítulo en la guerra ucraniana a la que aún parecen quedarle muchas páginas, ya que tanto Ucrania como Rusia dan por rotas las negociaciones.

El Ejecutivo ruso confirmó que no hay ningún tipo de negociación por la falta de compromiso de Kiev con un diálogo que no ha dado apenas resultados prácticos y en el que no ve interés por parte ucraniana.

De hecho, Kiev confía en su victoria y el asesor de la Presidencia. Mijailo Podoliak. culpó a Rusia por no asumir el «rol sumamente negativo» que ha adquirido, ya que «no entiende» que la guerra ya no sigue las reglas, el cronograma o los planes que se había fijado. A su juicio, Moscú ha optado por el «todo o nada» y, «por lo tanto, no tiene sentido evitar la caída de este ‘imperio’».