EDITORIALA

El euro refleja las pésimas decisiones de Bruselas

La cotización del euro frente al dólar cayo ayer hasta alcanzar la paridad por primera vez desde 2002. En lo que va de año el euro ha perdido aproximadamente el 13% de su valor y la tendencia descendiente se mantiene. Para los optimistas, un euro débil es una oportunidad para exportar más, lo que incluye que Europa sea un destino más barato para el turismo. Para los pesimistas, sin embargo, un euro débil encarecerá todavía más las importaciones, lo que dará un nuevo impulso a la inflación. Y en este punto conviene recordar que Europa consume el 20% de los recursos mundiales pero solamente posee el 3% del total, por lo que la debilidad de la moneda tendrá un importante efecto negativo sobre la actividad económica y, sobre todo, sobre la carestía de la vida.

La economía europea se surtía de materias primas baratas, especialmente energía, provenientes en gran medida del este de Europa. La guerra en Ucrania y la política de sanciones contra Rusia han cerrado esa vía de abastecimiento y los medios alternativos son mucho más costosos, encareciendo el producto final, que ya empieza a perder atractivo frente al de los competidores. De este modo, Bruselas ha dejado escapar una de sus principales bazas -materias primas baratas- y esa debilidad se está reflejando en la pérdida de valor del euro. Otro importante pilar de la economía europea ha sido la existencia de un mercado de alrededor de 450 millones de consumidores con un alto poder de compra. Un mercado muy atractivo para muchas compañías, lo que permitía a Bruselas dictar las normas en función de sus intereses. Con una moneda en regresión, la potencia del mercado europeo se reduce y posiblemente haya empezado a decaer también el interés, lo que debilitará todavía más la posición negociadora de la Unión Europea. Muestra de todo ello es que en mayo Alemania ha contabilizado su primer déficit comercial desde 1991.

La UE no ha tenido voluntad para construir un orden económico mundial justo y ahora ha decidido involucrarse en una guerra en la que todo son pérdidas. Renuncia a su posición privilegiada, a sus intereses, y se alinea con EEUU, quizás el único beneficiario de esta guerra, como demuestra el dólar.