La orden del ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, de «reforzar las actividades» de en el sur y centro de Ucrania se tradujo en un aumento de los bombardeos en la provincia de Donetsk, así como en Dnipro y Jarkov con el objetivo de la evitar que las fuerzas ucranianas lancen ataques masivos. Los ataques, que fuentes occidentales atribuyen al fin de una «pausa operativa», dejaron varios muertos y heridos y una cincuentena de edificios destruidos, según Ucrania. Las milicias prorrusas acusaron a su vez al Ejército ucraniano de bombardear la capital de Donetsk, causando tres muertos civiles.

Las autoridades ucranianas denunciaron además que las tropas rusas lanzan misiles desde la central nuclear de Zaporiyia y han creado una situación «extremadamente tensa». Los principales combates se libran ahora en torno a la localidad de Siversk, clave para el futuro avance en dirección a los baluartes de Kramatorsk y Sloviansk en Donetsk.

Kiev sostiene que con el arsenal occidental está golpeando depósitos de municiones y creando a Rusia problemas de suministros en el frente.