Por ahí viene la tercera
A mediados de junio, meteorología lo había anticipado, toda la península sufrió una primera ola de calor que, a su vez, desató otra ola de incendios.
Cierto es que la tierra estaba seca, pero más ayudó al fuego la irresponsable necedad de gobiernos y autoridades que no promueven políticas consecuentes con sus discursos en relación a la protección del medio ambiente, y que tampoco asignan recursos económicos y humanos. La verdad, a qué engañarnos, es que el medio ambiente les importa una mierda.
Mejor que yo lo dijo Suárez-Quiñones, siete años como consejero de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio de Castilla: «Mantener el operativo de incendios todo el año es absurdo y un despilfarro». Los incendios no tienen el gusto de avisar, lamenta el juez y jurista y, además, son caros.
Lo caro, sin embargo, es el incendio que pudo haberse evitado o corregido, y lo absurdo darle la iniciativa al fuego.
A mediados de julio, aviso incluido, nos llega una segunda ola de calor. Todo sigue como estaba y se repite el efecto causa. Fuego por todas partes.
Un vecino afectado por los incendios le dice a la cámara: «Si todos los días hubiera habido gente trabajando ahí, (señalando las áreas quemadas más próximas) no estaríamos ahora todos, corriendo, con máquinas y equipos, y tendríamos monte todavía».
(Preso politikoak aske)