Koldo LANDALUZE
DONOSTIA
CRÍTICA: «CRÍMENES DEL FUTURO»

Incertidumbre y especulación en torno a un futuro plástico

David Cronenberg figura como uno de los cineastas más singulares y perturbadores del cine contemporáneo. Es un maestro a la hora de crear atmósferas que no dejan indiferente al espectador, lo cual es todo un logro, y en explorar los miedos humanos ante la transformación física y la infección.

La enfermedad, la violencia, el sexo, la experimentación científica y el cuerpo son algunos de los temas recurrentes en su nutrida filmografía y todo ello lo ha recapitulado en una obra que se asemeja a un museo de los horrores cronobergianos. En su cuarta colaboración con Viggo Mortensen tras las aclamadas “Una historia de violencia” (2005), “Promesas del Este” (2007) y “Un método peligroso” (2011), el canadiense nos guía a través de un oscuro futuro imperfecto en el que la perfección se esculpe a golpe de bisturí. Es un futuro sintético donde no existe el dolor y la cirugía se plantea como un nuevo modelo de sexo.

Al igual que en el resto de su filmografía, vuelve a ejercer como epicentro de una historia que incide en nuestras diversas vertientes morales y existenciales y lo hace a través de un envoltorio impactante y un personaje, encarnado por Mortensen, que ejerce como un artista de performance que ha convertido su cuerpo en un espectáculo mediante las mutaciones que se va infringiendo. David Cronenberg, premio Donostia de la recientemente finalizada 70 edición de Zinemaldia, también muestra su lado más divertido y establece un diálogo filosófico y existencial que plantea resoluciones tan provocadoras como acertadas y relativas al incierto nuevo plano al que se enfrenta el ser humano en su siguiente e incierta evolución plástica.