El 5 de marzo, los rumores sobre una visita de una delegación del Gobierno estadounidense a Caracas tomaron fuerza. La incógnita quedó resuelta con la confirmación de la entonces portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki: hubo encuentro y fue con Nicolás Maduro, con quien los enviados de Joe Biden discutieron diferentes temas, «entre ellos la seguridad energética».

El resto de los temas quedaron clasificados y bajo secreto, hasta ayer.

De la sospecha a la realidad

Uno de los temas ocultos habría sido la posibilidad de que se abordara la liberación de los sobrinos de la esposa de Maduro, Cilia Flores, encarcelados en EEUU por narcotráfico.

Poco más de medio año después, Efraín Antonio Campo Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas han recibido el «perdón» de Biden, que permitió su liberación, a cambio del mismo trato para siete estadounidenses -entre ellos, cinco directivos de Citgo, filial de la estatal Pdvsa- presos en Venezuela.

Segunda visita a Caracas

Cuando todavía no se habían cumplido cuatro meses desde la reunión de marzo, una nueva delegación de EEUU volvió a Caracas, esta vez encabezada por el representante diplomático para Venezuela -que opera desde Colombia-, James Story, quien se reunió con el presidente del Parlamento, el chavista Jorge Rodríguez.

La cuenta atrás

Hace dos semanas, EEUU amenazó con endurecer las sanciones si Maduro se negaba a retomar el diálogo con la oposición en México, suspendido hace un año. Maduro respondió que «las amenazas se pierden en el fondo del mar del desprecio» y que EEUU nunca volverá a ser un «imperio dominante».

¿Y el diálogo... para cuándo?

De las amenazas de dos semanas atrás, Biden y Maduro pasaron, en tiempo récord, al canje. Esta jugada la ganó Venezuela. Flores de Freitas y Campo Flores son mucho más que familiares lejanos para el matrimonio presidencial, que ha buscado la excarcelación de todas las formas posibles desde hace años.

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