Txente REKONDO
NUEVOS RETOS Y PRIORIDADES

Laos, una realidad poco conocida

Laos rara vez está en la órbita mediática o en la agenda de Occidente. No obstante, parece que en los últimos meses se están produciendo una serie de movimientos que puede hacer cambiar esta situación después de que sus líderes hayan hecho una apuesta por atraer inversión extranjera directa y ampliar sus socios comerciales, al tiempo que se diversifica la economía.

(Txente REKONDO)

Desde 1975, Laos ha tenido un Gobierno liderado por el Partido Revolucionario del Pueblo Lao (LPRP) y basado en el centralismo democrático leninista, las relaciones en torno a redes sociales y redes políticas y con un peso importante de los dirigentes del partido. La oposición, por su parte, apenas ha tenido presencia en el interior del país, concentrándose algunos sectores en el extranjero, y dividida entre quienes apuestan por la vuelta del antiguo régimen monárquico y quienes prefieren una «democracia de estilo liberal».

El pasado año tuvieron lugar una serie de acontecimientos que marcaron las líneas dirigentes de Laos. En enero se celebró el XI Congreso del LPRP, que se tradujo en varios cambios en su dirección y en la reafirmación de los planes económicos. Además, se produjo un relevo importante en los niveles inferiores del partido, al tiempo que se abría la puerta a posibles reformas políticas y económicas.

La nueva realidad del LPRP se basa en el equilibrio entre los sectores revolucionarios que participaron en la guerra y sus redes familiares y las nuevas generaciones, más educadas, que apuestan «por la disciplina del partido, la cons- trucción del Estado socialista, el desarrollo equitativo y el control sobre los proyectos gubernamentales», en referencia a la lucha contra la corrupción.

Las directrices del XI Congreso señalan como prioridades la implementación de políticas para fortalecer las instituciones del partido y del Estado; la lucha contra la corrupción; la construcción del Estado socialista y las reformas en la instauración del «Estado democrático popular».

En febrero hubo elecciones a la Asamblea Nacional y a las Asambleas Provinciales de los Pueblos, que se tradujeron en la entrada de nuevos miembros más jóvenes y más educados. Y en marzo se nombró el nuevo Gobierno.

La política exterior se ha caracterizado por la escasa influencia e interés mostrados por EEUU y la Unión Europea,

lo que les ha restado mucho peso en el país. De hecho, como dijo un político local, «las relaciones comerciales entre Laos y Occidente siguen siendo anecdóticas».

Laos sigue basando su política exterior en los vínculos con sus vecinos, priorizando a China y Vietnam. También las relaciones económicas y comerciales con Tailandia son sólidas y la Asean, por su parte, ha aumentado su influencia. Incluso Rusia parece haber mejorado su posición en el país asiático. La estrategia de la política exterior laosiana parece seguir la búsqueda de un equilibrio en sus relaciones exteriores, diversificándolas.

En los últimos años, el desarrollo económico de Laos ha estado marcado por varios éxitos. Pese a ser un país sin salida al mar, lo que se traduce en un comercio más lento y costoso, Laos se ha convertido en una de las economías de más rápido crecimiento en el sudeste asiático. Entre 2010 y 2018, algunas de sus tasas de crecimiento sólo han sido superadas por las de Vietnam.

En estos años ha sabido establecer redes comerciales y económicas a nivel regional, y aprovechar nuevas oportunidades de mayor crecimiento y diversificación del comercio. En el XI Congreso se mostró la radiografía de la situación económica, en la que destaca «el desarrollo de macro-proyectos en torno a la energía hidroeléctrica, la creciente dependencia hacia China, los problemas de la deuda y la crisis económica tras el covid-19, así como la necesidad de reducir la pobreza y la desigualdad».

Hasta 2021, Laos recibió el impacto de tres crisis importantes. La crisis financiera de 1998 en Asia, que le sirvió para asegurar vínculos alternativos gracias a sus relaciones con Vietnam y China; la crisis financiera mundial de 2008, que no afectó mucho a Laos gracias al apoyo recibido desde China y a su proyecto de «la Franja y la Ruta», y finalmente la pandemia del covid-19.

El año pasado era considerado un año histórico, pese a algunas señales pesimistas. Abandonó la lista de países menos adelantados (PMA) de Naciones Unidas, lo que fue recibido con muestras de satisfacción por Laos, consciente, eso sí, de que también tendrá su otra cara de la moneda al dejar de recibir determinados privilegios comerciales y otras ventajas económicas de instituciones internacionales.

El presente año, otras dos crisis se han venido a sumar al panorama, las consecuencias del enfrentamiento entre Rusia y Ucrania y los problemas en torno al tipo de cambio. El impacto del covid-19, que ha frenado la recuperación prevista, la inflación y las deudas, junto a una clara deceleración de la economía, pueden hacer peligrar el rumbo optimista y abrir la puerta a intervenciones de actores occidentales que buscarían desestabilizar la actual política de alianzas.

Los líderes del país han fijado el reto de atraer inversión extranjera directa y de ampliar su base de socios comerciales, al tiempo que se diversifica la economía. Algunas voces apuntan la necesidad de nuevas estrategias que tengan una menor dependencia de los grandes proyectos (plantas hidroeléctricas y tren de alta velocidad) que estarían generando una elevada deuda.

Al mismo tiempo, ante los calificados como «tiempos inciertos», los dirigentes laosianos señalan la necesidad de fomentar el crecimiento económico sostenible, verde e inclusivo. Junto a la implementación de reformas en el gasto público y la recaudación de ingresos. Todo eso a la espera de que el desarrollo de las infraestructuras permita mejorar la conectividad con China y profundizar más sus relaciones.

La coyuntura internacional puede acabar desequilibrando la balanza en torno a Laos. El país asiático puede ver truncado su ascenso económico y su situación podría empeorar. Probablemente, ante ese escenario, no faltarán los actores extranjeros que busquen agrietar la actual relación entre Laos y China, utilizando incluso las relaciones con Vietnam para abrir una situación «incómoda» para los protagonistas locales. Y en ese hipotético escenario, Laos ocuparía cínicamente la atención mediática de Occidente que hasta la fecha se le ha negado.

La economía de mercado socialista.

China, Vietnam y Laos han sido las economías de más rápido crecimiento del mundo. Los tres países se sitúan entre los 10 que más rápidamente han subido el índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas entre 1990-2025. La erradicación de la pobreza, sobre todo en China y Vietnam, y en menor medida en Laos, se ha producido a una velocidad sin precedentes.

Dirigidos por partidos comunistas y con el socialismo como objetivo oficial de desarrollo, con el paso de los años han encontrado su propio modelo de desarrollo, que ha combinado una economía de mercado con el socialismo, la llamada «economía de mercado socialista».

Algunos analistas han indicado que nos encontramos ante una fórmula que no es el capitalismo, sino «una economía más sostenible y socialmente más justa de hacer que una economía de mercado funcione para el desarrollo nacional y la mejora del nivel de vida de la población».

A pesar de ser realidades diferentes, los tres modelos de desarrollo y sus trayectorias comparten también características importantes: una economía planificada, una amplia gama de políticas sociales y la colectivización de la agricultura. En definitiva, nos encontramos ante «una combinación de socialismo y economía de mercado».