Amaia EREÑAGA
BILBO

Mayoría absoluta de mujeres en los premios Euskadi de Literatura

Edurne Portela, por la novela “Los ojos cerrados”, ambientada en la dictadura franquista; Irati Jimenez (“Begiak zabalduko zaizkizue”) y Teresa Maldona (“Hablemos claro”), por dos ensayos nada cómodos sobre literatura vasca y feminismo; y Koro Navarro, por la traducción al euskara del clásico “Fiesta” de Hemingway, completan los premios Euskadi de Literatura que, en este 2022, reconocen la solvencia de los mujeres creadoras.

Teresa Maldonado, Irati Jimenez, Koro Navarro y Edurne Portela.
Teresa Maldonado, Irati Jimenez, Koro Navarro y Edurne Portela. (Marisol Ramirez | Foku)

De siete categorías, siete mujeres. A Uxue Apaolaza, premio Euskadi de Literatura en Euskara por “Bihurguneko Nasa” (Susa); Leire Bilbao, en Literatura Infantil y Juvenil en Euskara por “Barruko hotsak” (Pamiela) y Maite Mutuberria, de Ilustración de Obra Literaria por “Irrimola” (Ikaselkar), cuyos premios se conocieron la semana pasada, se les unieron ayer Edurne Portela, Koro Navarro, Irati Jimenez y Teresa Maldonado.

Siete de siete, una situación que se ha producido por primera vez en la historia de los premios Euskadi de Literatura. Otro dato: hasta este 2022 ninguna mujer había ganado el premio Euskadi de Literatura en Castellano. El “palmarés” de este año se pueden interpretar entonces como el reflejo de una tendencia que se veía venir en las últimas ediciones, principalmente en la literatura en euskara, pero sobre todo como la plasmación de una realidad: las mujeres escriben e investigan, y mucho. Edurne Portela, ganadora del Euskadi de Literatura en Castellano reconocía ayer que «el titular va a ser ‘Siete mujeres ganan el premio Euskadi’, y yo espero que eso un día deje de ser un titular. Es lo que hay, estamos aquí, somos mujeres creadoras, tenemos el valor que tenemos, y que se nos reconozca tiene que ser parte de nuestra normalidad cultural».

Con “Los ojos cerrados” (Galaxia Gutemberg), Portela cambia de registro y fija su mirada más atrás de lo que es habitual en su obra, obsesionada por las violencias y el conflicto vasco, y lo hace centrando su mirada en la Guerra del 36: «Es una exploración que tiene que ver con las huellas que no encontramos en las archivos, con cómo las pequeñas comunidades dirimen las violencias heredadas y cómo a veces el silencio que se impone a las víctimas es otra forma de violencia», explicó.

Irati Jimenez reconocía ayer que no esperaba este premio, contra el que se desliza alguna crítica en “Begiak zabalduko zaizkizue” (Elkar). No en vano, en este ensayo la colaboradora de GARA analiza sin complacencias el sistema literario vasco: «Lo he escrito para decir que los escritores solemos andar a veces en combates de boxeo de canguros y para decir ¡qué literatura tan fría tenemos! Hay falta de cooperación y sectarismo. No podemos ser tan fríos con los recién llegados y todavía más fríos con los veteranos. La crueldad que hemos tenido con las mujeres también nos la tenemos que mirar».

Y de autocríticas va “Hablemos claro” (Catarata), de Teresa Maldonado. «El lenguaje que tendemos a utilizar las feministas últimamente me preocupaba», explicó la autora. Apunta la constatación de dos dinámicas: el uso de jergas muy complicadas y la «repetición inaudita de frases hechas, de eslóganes casi, que se convierten en mantras». Unos «excesos retóricos con los que nos alejamos del pensamiento crítico», añadió.