Koldo LANDALUZE
DONOSTIA
CRÍTICA: «SHIN CHAN Y EL MISTERIO DE LA ACADEMIA TENKASU»

Un mordisco en el culo a las diferencias sociales

Wataru Takahashi no es un recién llegado a la franquicia “Shin-Chan”. Bajo su mando se han creado largometrajes como “Shin Chan: Papá Robot” (2014) o la más reciente “Crayon Shin-Chan: Burst Serving! Kung Fu Boys-Ramen Rebellion” (2018).

Salido de la factoría Shin-Ei Animation, este director-artesano se ha especializado en prolongar las andanzas del protagonista a través de una serie de proyectos en los que se respetan los códigos más reconocibles de la saga del pequeño Shinnosuke a través de historias que tienden a alejarse un poco de las “zonas de confort” en las que Shin-Chan se encuentra cómodo.

En esta oportunidad, la trama se escenifica en una elitista academia privada regida por un escalafón social y en la que recalarán Shinnosuke y su cuadrilla de amigos para esclarecer un misterio. Dicha academia, de apariencia castrense, está regida por una poderosa e inquietante inteligencia artificial que dicta los designios de su alumnado, los cuales son diferenciados entre “la élite” y “la morralla”. A este último escalafón pertenece la cuadrilla de un Shin-Chan que asumirá el rol de detective y que intentará desvelar todo lo relacionado al misterioso e inquietante vampiro-muerdeculos.

Llegados a este punto, topamos con una de las vertientes más habituales de la saga, el humor escatológico y ciertos toques surrealistas que siempre resultan eficaces y dentro de un conjunto de situaciones vistas con anterioridad.

Entre lo más reseñable de “Shin Chan y el misterio de la Academia Tenkasu” figura un guion que se atreve a jugar con algunos de los conceptos que ya hemos visto en anteriores ocasiones y en formatos diametralmente opuestos, como pueda ser la serie “Black Mirror”.