Koldo LANDALUZE
DONOSTIA
CRÍTICA: «L’IMMENSITÀ»

En un infierno doméstico

Desde su debut en el año 1997 con “Once We Were Strangers”, Emanuele Crialese ha desarrollado una carrera pausada pero siempre repleta de aciertos, completando una corta pero interesante filmografía que incluye propuestas como “Respiro” (2002), “Nuevo mundo” (2006) y “Terraferma” (2011).

En este su nuevo proyecto, el italiano ha apostado por un relato de corte autobiográfico centrado en su propia experiencia vital y que se concreta en una búsqueda de identidad sexual en un entorno tan poco proclive como fue la Italia de los años 70. En este espacio agreste y cerrado, Emanuele Criasele ha plasmado en imágenes un drama costumbrista mediante un tono íntimo y repleto de matices.

Penélope Cruz vuelve a toparse con un papel en el que nunca desencaja, una “mamma” sacudida por la mecánica cotidiana y en la que, en esta oportunidad, ejerce como esposa de un empresario machista. El personaje de Cruz es una mujer atrapada en una telaraña que la oprime, sobrevive a una relación tóxica y se aferra al cariño y la proximidad de sus dos hijos, siendo una de ellas la que personifica al propio director del filme.

Sorprende que Criasele haya optado por la vía fácil para explorar los laberintos íntimos que con tanto mimo ha ido elaborando, creando algunas secuencias de gran belleza visual pero que adolecen de esa pulsación emocional que tanto se requería.

El conjunto resulta un tanto plano, huérfano de elementos que enriquezcan las motivaciones de sus personajes y en la escenografía de un matrimonio que llegó a su fin y que amenaza con torpedear emocionalmente a una de sus partes. El retrato patriarcal de aquella Roma de los 70 está lograda pero se echa de menos que el cineasta no haya explorado con mayor profundidad en su trastienda.