EDITORIALA

Es tiempo de difuminar las fronteras

Anteayer dos columnas de activistas retiraron las vallas que impiden el tránsito por la pasarela peatonal entre Irun y Hendaia y abrieron el paso fronterizo durante unos minutos. La acción sirvió para denunciar que el Gobierno de Emmanuel Macron ha prorrogado otros seis meses más -hasta abril- el cierre de la frontera. Una decisión que, además de perturbar la vida cotidiana de los ciudadanos vascos de ambos lados del Bidasoa, impide el paso libre y seguro a los migrantes en su camino hacia Europa, hasta el punto de que, en algo más de un año, esa clausura se ha cobrado la vida de nueve personas. A este paso la «Europa sin fronteras» que se agitó como una de las banderas de la construcción europea pronto se habrá convertido en una reliquia histórica.

La divisoria dibujada por los estados francés y español sobre el Bidasoa se parece cada vez más a la valla que separa Melilla de Marruecos donde, solamente en una avalancha que se produjo en junio de este año, 24 personas murieron y 77 más desaparecieron. Un reportaje emitido recientemente por la BBC indaga en aquel suceso y achaca a la Policía española gran parte de la responsabilidad, primero por dejar a los migrantes atrapados, y por actuar después de manera violenta, sin proporción ni justificación alguna. La masacre ocurrió tras el restablecimiento de relaciones entre Marruecos y el Estado español. Una coincidencia que ilustra perfectamente la inhumana gestión que los estados hacen de sus fronteras. En ellas dejan los grandes valores y sobre todo los derechos humanos en suspenso, al tiempo que permutan la vida de los migrantes por intereses espurios. Y en esa política no se aprecian grandes diferencias entre París, Madrid y Rabat.

Los estados utilizan las fronteras para inmovilizar a las personas pobres y dividir a los pueblos, pero lo único que consiguen es multiplicar el sufrimiento y despertar la solidaridad de las personas afectadas por sus arbitrarias decisiones. Es tiempo de levantar restricciones anacrónicas y abrir vías de paso seguras para los migrantes y de comunicación para los pueblos. Es tiempo de difuminar las fronteras.