Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «EL MENÚ»

La última cena

(GARA)

El imaginario gastronómico siempre ha inspirado todo tipo de lecturas, en especial aquellas que plantean una relación estrecha entre las relaciones afectivas y sensuales con el paladar y los aromas. En esta oportunidad, también topamos con algo de ello, sobre todo y de manera evidente en su primer tramo, pero en las intenciones de Mark Mylod asoman otras prioridades perturbadoras.

El arranque del filme nos ubica en una isla paradisíaca en la que se cita todo tipo de gente acaudalada que paga una cuantiosa suma para ser partícipe de una experiencia perpetrada por un prestigioso chef. La cámara de Mylod toma como referencia el personaje encarnado por Anya Taylor-Joy, la cual interpreta a una mujer que comparte viaje al mencionado rincón con un gourmet entusiasmado ante semejante viaje (Nicholas Hoult). En esta inusual odisea gastronómica también participan tres empresarios de éxito que amasaron su fortuna en la industria tecnológica, una pareja de millonarios, una eminente y temida crítica gastronómica, su editor y una estrella de cine y su asistenta. A Ralph Fiennes le corresponde ejercer funciones de maestro de ceremonias y jefe de pista de un circo de vanidades que derivará en teatro de los horrores.

“El menú” apuesta por ser un plato no apto para todos los paladares y se descubre como una tragicomedia negra que incide en los males de una élite social que saca a relucir su verdadero rostro en situaciones extremas. Se trata, en definitiva, de una película de terror subrayada por una sonrisa grotesca y en el que lo absurdo se antoja como la opción más válida dentro de un contexto arraigado en la realidad más reconocible del consumismo feroz y el snobismo más recalcitrante. Todo ello reforzado por unas más que notables interpretaciones, sobre todo las brindadas por Fiennes y Taylor-Joy.