Divididos
Basta que se mueva en el aire una brizna de juicio, que asome al nuevo día un soplo de cordura y lo haga, además, en una lengua que no sea el castellano, para que se venga arriba el patio nacional y cunda la voz de alarma: «¡España se rompe!», «¡La Constitución se quebranta!», «¡Cataluña se fractura!», «¡Euskadi se quiebra!»…
Quienes nunca han creído en el valor de la palabra sino en el exabrupto; en la virtud de la verdad sino en la infamia; en la importancia de la justicia sino en sus santos cojones, sacro argumento que convierte sus citados atributos en reales razones y su bragueta en enseña patria, claman contra tanto estropicio en curso y lamentan que estemos divididos.
Hay que reconocer que en eso llevan razón. Es verdad, estamos divididos, lo hemos estado siempre y me temo que lo vamos a seguir estando por mucho tiempo, quizás hasta que la justicia no sea un esperpento y el derecho una mala palabra; hasta que la fortuna de unos no disponga la ruina de todos; hasta que el miedo no pese más que la razón; hasta que la verdad pueda ser rehabilitada; hasta que el respeto sea restaurado y la impunidad no salga agradecida; hasta que no queden en las cárceles vergüenzas con cargos y en las poltronas de la justicia cargos sin vergüenza.
(Preso politikoak aske)