Albert NAYA
ELECCIONES LEGISLATIVAS Y PRESIDENCIALES ANTICIPADAS

Turquía decidirá en mayo si quiere seguir bajo el mandato de Erdogan

El presidente turco ha anunciado la fecha de las elecciones legislativas y presidenciales para batirse con una oposición que ni tiene candidato firme ni acepta a Recep Tayyip Erdogan como presidenciable por tratarse de su tercer mandato, pero que ha conseguido, al margen del prokurdo HDP, el gran ausente, elaborar un programa común para «restaurar la democracia».

(Adem ALTAN | AFP)

Sea cual sea el destino que les deparan los siguientes comicios, todos los turcos cruzan los dedos. Unos, para expulsar a Recep Tayyip Erdogan del poder; otros, para seguir venerándole. Ya hay fecha: el 14 de mayo Turquía acudirá en masa a las urnas y la decisión, cómo no, viene de palacio. De hecho, Erdogan ya venía avisando y eligió un acto con jóvenes en Bursa para anunciar la convocatoria.

Ante el anuncio, ya definitivo, afloran las voces contrarias, que no cuestionan la celebración de elecciones, sino que el propio presidente no debería poder presentarse.

De tal manera, la legalidad se interpone entre Erdogan y su futurible tercer mandato. Según la Constitución, un jefe de Estado solamente podrá optar a un máximo de dos mandatos. Pero esto es Turquía y Erdogan es su rey. Ante la acusación de la oposición, el ministro de Justicia, Bekir Bozdağ, se apresuró a defender la legalidad de la candidatura del AKP: «Nuestro presidente es candidato por segun- da vez bajo el sistema presidencial. No hay trabas constitucionales», afirmó. Porque el elenco de Erdogan defiende que el referéndum de 2017, durante su primer mandato presidencial, significó un reset que lo cambió todo, un cambio de era que ahora le permite optar al segundo mandato de verdad, no al tercero.

Y en el remoto caso de que la Justicia admitiera que su candidatura es ilegal, las elecciones anticipadas ya dotarían de legalidad al candidato en su tercer mandato. Según el artículo 116 de la Constitución, «si la Asamblea decide renovar las elecciones durante el segundo período del presidente de la República, éste podrá volver a ser candidato».

En condiciones normales, los comicios deberían celebrarse en junio, igual que en 2018, cuando Erdogan noqueó en el primer asalto al opositor Muharrem Ince, la figura más prometedora entonces. Por lo tanto, en Turquía se habla de elecciones anticipadas, un factor que debe aprobarse en el Parlamento con 360 votos a favor del total de 600 escaños.

Pero la hazaña se presenta complicada, puesto que el AKP de Erdogan y su socio ultranacionalista MHP solo tienen 335. Y aunque el opositor kemalista CHP no se haya opuesto formalmente a apoyar unos comicios anticipados, el actual mandatario ya ha mostrado su intención de utilizar sus poderes para hacer la llamada a las urnas a golpe de decretazo.

La futurible cronología incluye el llamamiento a las urnas que el mismo presidente formalizará el día 10 de marzo,

con o sin el apoyo de la Asamblea. En los sesenta días siguientes los candidatos de cada partido tomarán las calles para hacer su campaña. Y después, el gran día: el 14 de mayo se celebrará el primer gran asalto a una Presidencia que con 60 millones de electores se cotiza a más de 30 millones de votos. Pocos creen que la primera vuelta baste para escoger al futuro presidente. Pero si los detractores de Erdogan piensan que estas son las elecciones en las que claramente pueden hacer realidad sus sueños, no lo tendrán tan fácil: hace un año los votantes tenían bastante asumido que el siguiente presidente no sería Erdogan, pero el panorama actual -sin serle del todo favorable- comienza a cambiar y las encuestas vaticinan una ardua lucha.

Según Metropol, con los votantes indecisos distribuidos proporcionalmente, el CHP y el Partido İYİ obtendrían el 27,4% y el 14,2% de los votos, respectivamente. Esto significa que necesitarían el apoyo del izquierdista prokurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP) para vencer a Erdogan.

Precisamente, el HDP es la gran formación opositora ausente del programa común que seis partidos de la oposición presentaron ayer. Un programa con el que la Alianza por la Nación aspira a «restaurar la democracia» y acabar con los 20 años de poder del presidente, y que se centra en la entrada en la UE, asegurar la división de poderes y acabar con lo que creen un sistema presidencialista «arbitrario y sin control».

Su próximo paso será anunciar el nombre del candidato común que desafiará a Erdogan, y se da por sentado que será Kemal Kiliçdaroglu, el veterano líder del CHP.

Pero el HDP, que lidera su propia alianza de izquierdas que tendrá su candidato, ha reiterado que será clave para las elecciones y exige a la alianza opositora que adopte un enfoque que solucione la cuestión kurda. Selahattin Demirtas, el líder del partido, en prisión desde 2016, ha pedido un diálogo entre todas las fuerzas opositoras para consensuar un candidato único que asegure la victoria contra Erdogan.

De tal forma, el CHP es un mar de dudas sobre quién debería enfrentar a Erdogan: un fallo de cálculo volvería a dejarle fuera del poder. Erdogan, por su parte, ya se prepara para permanecer en él, aunque los vientos giren ligeramente en su contra. Y como nostálgico que es -no solo de los tiempos otomanos- escogió una fecha significativa: «El difunto Menderes tuvo una victoria aplastante en las urnas el 14 de mayo. Por ello, nuestra nación dirá ‘basta’ a los golpistas el mismo día». Siete décadas después y en el año del centenario de la República, quiere seguir alimentando su propia épica.