Carlos GIL ZAMORA
Analista cultural

Más Max

La lista de los finalistas a los premios Max nos dibuja una magnífica radiografía de una parte del teatro de origen vasco que está alcanzando unas magníficas cotas de importancia. Desde la más reverenciada disposición transitoria para saber que casi todo es efímero, podemos encontrarnos con una realidad obvia: Maria Goiricelaya ya ha traspasado todos los techos de cristal y hasta los de cementos armado, y es considerada en todo el Estado español como un valor al alza, como una realidad tanto como dramaturga, como directora. Está en uno de esos momentos en los que parece que cada día estrena, presenta una programación, está colaborando aquí y allí, lo que es algo para congratularse y advertirle desde el más confesado amor, que cuidado con los halagos, con las olas, que hay que cuidarse para que todo se mantenga cercano a la excelencia, porque lo que queda después es la calidad y no la cantidad.Lo incuestionable es que está en varios rubros con la posibilidad de recibir un Max. De momento, atención, es finalista, no premiada todavía. Vendrá una ceremonia en el Gran Teatro Falla de Cádiz en donde se proclamen los que se llevarán la manzana de Joan Brossa a su casa. Lo magnificente es que hay muchos más finalistas vascos: Kukai, Gorakada, Pascal Gaigne, Marta Eguilior, Ikerne Giménez, Ane Picaza, Iñaki Rekarte, David Bernués, Tanttaka. ¿No les parece una asombrosa y magnífica colección de emergentes y sobresalientes?

Creo que nunca se manifestaron así de contundentes los sueños colectivos. Celebremos la extraordinaria circunstancia escénica que se añade a la cinematográfica.