Amaia U. LASAGABASTER
REIVINDICACIONES EN EL FÚTBOL FEMENINO

Un coro que crece pero al que no siempre se escucha

Las reclamaciones de una mayor inversión, reformas estructurales y un mejor trato a las selecciones femeninas se multiplican a cuatro meses del Mundial. En Canadá se ha llegado a un principio de acuerdo y, como han hecho otras Federaciones antes, los sueldos se equipararán; en Chile se han tomado medidas cosméticas y en el Estado español siguen censuradas quince de sus mejores jugadoras.

(Patrick T. FALLON | AFP)

Sueldos dignos y condiciones de trabajo adecuadas a la exigencia. Parece una reclamación legítima pero las futbolistas han acabado obligadas a exigirlo a viva voz, formando un coro que no deja de crecer pero al que, aún así, no siempre se escucha.

Pero no se rinden aunquedefendiendo sus derechos pongan en riesgo sus carreras. Ada Hegerbeg, Balón de Oro, renunció a la selección, lo que le dejó fuera del Mundial de Francia, en protesta por el trato discriminatorio de la Federación con las internacionales; Wendie Renard, que reclama mejoras estructurales, puede perderse el próximo y otro tanto sucede con una quincena de internacionales por España. En las últimas semanas, Tiane Endler ha alzado la voz en Chile y en Canadá ha sido el colectivo de futbolistas el que se ha plantado por la escasa inversión de su Federación en el equipo que consiguió el oro olímpico en Tokio y sus categorías inferiores. Antes, y ahora, han sido otras muchas, menos conocidas y sabiendo por ello mismo que su decisión les podía condenar incluso al abandono del fútbol, las que han dicho basta.

Algunos litigios han acabado en los juzgados, como pasó en Estados Unidos. Porque de las penurias no se libra ni la mejor selección de la historia, con un palmarés tan rutilante como inexistente es el de su homóloga masculina y que, sin embargo, ha necesitado años de lucha para conseguir el equal pay, el canto más coreado por la grada en el último Mundial. Ese camino ya lo ha recorrido otra docena de Federaciones.

La equiparación salarial -una reclamación a la que se han sumado los internacionales en muchos países hasta el punto de renunciar a parte de su sueldo para cerrar la brecha- no es la única reivindicación de las futbolistas, que también quieren mejorar sus condiciones de trabajo. Es la denuncia que realizaban hace tres semanas las internacionales canadienses, con una preparación para el Mundal mucho más modesta de la que se diseñó el año pasado para la selección masculina. También la reclamación de las internacionales por España o, más actual, la de Renard, que renunciaba por no poder «apoyar más el sistema actual, muy alejado de las exigencias por el deporte de alto nivel», en un comunicado secundado por muchas compañeras.

Lamentablemente, las reivindicaciones no siempre encuentran respuesta, que además en algunos casos se queda en gesto publicitario. En Canadá sí se ha llegado a un principio de acuerdo por la equiparación salarial y de inversiones tras la marcha del presidente de la Federación que llegó a amenazar a las internacionales con pleitos millonarios si iban a la huelga. En Chile, es difícil creer en el propósito de enmienda de los dirigentes, que saldaron la eliminación de la repesca mundialista con el adiós de José Letelier pero no parecen tener prisa con las mejoras estructurales. De hecho, acaban de aprobar las bases de la Liga, que ya debería haber comenzado, y están muy lejos de asegurar la profesionalización de las futbolistas, la primera ley promovida por el gobierno de Gabriel Boric.

En Francia, es difícil saber qué habría pasado si Noel Le Graet no hubiera estado sentenciado de antemano porque, aunque las críticas no habían sido tan contundentes hasta ahora, Corinne Diacre había contado con el apoyo inquebrantable de la Federación en sus polémicas previas. Fuera de la institución Le Graet, Diacre ha sido cesada, reconociendo su implicación pero censurando sus métodos. Además, con Mundial y Juegos muy cerca, los nuevos dirigentes se han comprometido con el desarrollo del fútbol. Pero también han advertido a las jugadoras que las críticas a través de redes sociales «no se consideran aceptables» en el futuro, sin aclarar si estas tenían otra alternativa para hacer que sus palabras se oyeran.

En la Federación Española han optado directamente por librarse de las voces discordantes. Las internacionales tampoco han contado con el apoyo público de sus compañeros de profesión y en los medios de comunicación han sido más los que las han tildado de niñatas que los que se han molestado en intentar entender la historia y trasladársela a la opinión pública. Todo ello, posiblemente, resultado de un machismo imposible de desterrar, al hecho de que en el fútbol español todo está supeditado a la guerra Federación-Liga y el fútbol femenino sea uno de sus muchos rehenes, y a la evidencia de que el cacareado interés en el fútbol femenino se queda en la fotografía y en la conveniencia del momento en muchos casos, por ejemplo en el de la RFEF y las instituciones públicas que dirigen el deporte, CSD y Ministerio de Cultura y Deporte.

Por eso, medio año después de que estallara el caso por la reclamación de las internacionales de que se realizaran cambios estructurales que posibilitaran el mejor desempeño de las selecciones, las quince y la excapitana Irene Paredes no han vuelto a ser convocadas, tampoco citadas para intentar reconducir la situación, posiblemente se perderán el Mundial, y nada ha cambiado en el sistema de trabajo de la Federación española, donde Jorge Vilda sigue ejerciendo de seleccionador y director técnico.