Prepotencia, manipulacion e irresponsabilidad de ELA
ELA ha lanzado una campaña de acoso y derribo contra LAB. Su secretario general ha expuesto en una entrevista su relato prefabricado. «Existe en la práctica una alianza entre LAB, CCOO y UGT que desactiva los conflictos», dice. No importa que estemos viviendo el periodo de mayor conflictividad de los últimos años. Se presenta como único contrapoder, como única izquierda real. La prepotencia no es buena consejera para realizar ningún tipo de valoración. Normalmente sirve para dejar al descubierto las carencias de un trabajo en sus marcos naturales y fortalecer un discurso lleno de radicalismo de postal. El sindicalismo no se construye desde un púlpito sino del trabajo y la coherencia, día a día, empresa a empresa. Ni podemos ni debemos seguir permitiendo ese tipo de prácticas, es el momento de poner las cosas en su sitio. Y lo hacemos desde la responsabilidad, porque la deriva sindical de ELA debilita la fuerza del sindicalismo de contrapoder y soberanista, y por ende, a la clase trabajadora de Euskal Herria.
En una coyuntura de grandes retos como país y para la clase trabajadora, LAB representa al nuevo sindicalismo cuya praxis se plasma en un sindicalismo sociopolítico ligado a un proyecto nacional y un modelo sociosindical coherente. Eso le molesta a ELA y actúa de manera irresponsable. Detrás de su soberbia analítica se esconde la incapacidad para aportar a la construcción de un proceso de emancipación nacional y social. El sindicalismo constructivo no pasa por fagocitar conceptos o mimetizar prácticas ya desarrolladas. LAB lleva años repensando el sindicalismo y poniendo en práctica dichas reflexiones. El feminismo, el ecosocialismo, el antirracismo son para LAB elementos de primer orden en nuestro trabajo diario. No son conceptos privativos y todo agente social puede y debe aportar en esos términos. Pero ELA los fagocita y vende el producto como si cualquier proceso y/o aportación naciera en el momento que ELA descubre su verdad, claro está, siempre en beneficio de sus intereses corporativos.
A diferencia de ELA, el proyecto de LAB se ha construido y extendido contra viento y marea desde su creación en 1974. Mientras ELA tenía la bendición del «Partido», la militancia de LAB levantaba a pulso un proyecto sindical independentista de contrapoder. En los años 90, ELA se acercó al modelo practicado por LAB pero hizo una lectura tamizada por su tradición: confrontación sí, pero no como clase sino como sindicato; mentalidad hegemonista (conmigo o contra mí); disociación entre discurso radical y prácticas en muchos casos conservadoras («tokian toki», argumentan); respeto escrupuloso a la legalidad en lo político y en lo sindical.
En cualquier caso, el viraje de ELA generó la oportunidad de crear una alianza sólida que fuera contrapoder en los centros de trabajo y activo en el proceso de liberación nacional. Ha habido dos intentos principales por construir una unidad de acción entre LAB y ELA (1994-2000 y 2015-2020). Ambos fracasaron. ¿Por qué? En vista del sesgado relato de ELA, nos centraremos en las actuaciones que, desde el punto de vista de LAB, han impedido avanzar en la unidad sindical: en el ámbito político, según ELA, la existencia de la lucha armada era lo que impedía avanzar en la unidad de acción; sin lucha armada, decían, se implicarían a fondo en una estrategia soberanista de confrontación. Aquellas promesas han quedado en agua de borrajas. Y han aparecido nuevos pretextos. ELA ha ido variando sus tesis teóricas, desde la relativización de la importancia de un Estado propio hasta la reivindicación abstracta de una república vasca independiente, mientras que renuncia a la batalla por generar instrumentos de Estado en el ámbito sociolaboral.
La posición del sindicato mayoritario es cómoda y estéril. Estar a la espera de lo que se acuerde en el diálogo social estatal o a las decisiones del Gobierno estatal para luego criticar las imposiciones. El Marco Vasco de Relaciones Laborales y Protección Social para ELA no deja de ser un eslogan. Siempre repeliendo agresiones pero sin ninguna capacidad para generar iniciativas que ayuden a alimentar la pedagogía soberanista, renunciando a ir dando forma a un marco propio.
En el año 2013 se negaron a negociar un acuerdo intersectorial para blindar la negociación colectiva, lanzando durísimas críticas hacia LAB. Sin embargo, cuatro años más tarde presentaron como un nuevo acuerdo lo que habíamos negociado el resto. Ahora vuelven a situarse de perfil ante la posibilidad de impulsar un salario mínimo de 1.400 euros.
ELA ha sobredimensionado las críticas a «la izquierda vasca» para poder argumentar equidistancia ante gran parte de su afiliación que sigue votando al PNV y a Geroa Bai. Ha pedido desobediencia a terceros mientras se negaba a convocar dos horas de paro en solidaridad con Catalunya, tal y como proponía LAB, argumentando que una convocatoria de carácter político corría el riesgo de declararse ilegal.
En el plano sindical, ELA ha buscado imponer su modelo a LAB. Se autoproclama como único sindicato de confrontación. Es quien examina la coherencia sindical al mismo tiempo que ha buscado y encontrado una vía de interlocución privilegiada con la patronal, principalmente Adegi, para cerrar acuerdos sin movilización. Se ha desmarcado de intersindicales con agenda de huelga y movilización, se ha resignado ante el bloqueo patronal en convenios donde tiene mayoría, principalmente en sectores feminizados y precarizados. Y han abandonado el protocolo de respuesta a los accidentes de trabajo que el resto de sindicatos mantenemos. Así pues, no busque ELA falsas justificaciones y relatos a la falta de operatividad de la alianza con LAB. Creemos firmemente en la necesidad de unir fuerzas para avanzar en derechos y justicia social con el horizonte socialista como objetivo, en unir fuerzas para activar una estrategia soberanista que permita encauzar esa transformación social. ELA hace imposible que podamos construir bases de diagnóstico, confianza, compromiso, objetivos y estrategia que puedan situar al sindicalismo vasco como un sujeto protagonista en la sociedad vasca. Nosotras siempre hemos mirado y miramos al país y a su clase trabajadora de frente y con generosidad. No nos condicionan las siglas ni la estructura, sino el futuro de nuestro pueblo. El día que ELA cambie sus prioridades nos podremos encontrar.