Luismi UHARTE
AUMENTO DE LA MIGRACIÓN

Cuba: Las razones del actual flujo migratorio

En los últimos meses los titulares de influyentes medios de comunicación han lanzado una idea-fuerza de manera reiterada: «Grave crisis migratoria en Cuba». Siendo indudable el gran flujo migratorio que vive el país, la mayoría de los análisis no han abordado con el rigor suficiente un fenómeno que para su correcta comprensión exige tener en cuenta las múltiples aristas que lo condicionan.

(AFP)

Los datos del último año proporcionados por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos en la frontera mexicana indican que el número de cubanos y cubanas que estaba intentando cruzar a territorio norteamericano fue de más de 200.000 personas, una cifra muy superior a los más de 38.000 del año anterior y a los 13.000 contabilizados en 2020. Por su parte, la Guardia Costera interceptó a más de 5.000 personas procedentes de Cuba que intentaban llegar a la Florida por mar, una cantidad solo alcanzada en 2016 y en la década de los 90.

Estos datos hay que interpretarlos, en primera instancia, en la larga línea del tiempo de la emigración cubana, ya que como bien recuerda Antonio Aja, director del Centro de Estudios Demográficos de Cuba (Cedem), «si no se comprende la historia es difícil entender el momento actual». No hay que olvidar que «Cuba es un país con saldo migratorio negativo desde la década del 30 del siglo pasado»; por tanto, previo a la Revolución del 59. Aja subraya que en la actualidad «casi el 11% de la población cubana está en la migración» y puntualiza que ha habido momentos puntuales de gran flujo, del 59 al 65, «el del Mariel en 1980 y agosto de 1994». En el presente siglo, el flujo migratorio ha sido continuo «con el destino estadounidense como fundamental».

De cualquier manera, el actual incremento del flujo es muy significativo, por lo que resulta necesario identificar las razones de tal aumento. En primer lugar, hay que resaltar que se combinan variables diversas, unas de orden interno y otras de carácter externo. Algunas de estas últimas no están presentes en los movimientos migratorios del resto de países latinoamericanos hacia EEUU y, además, en el caso cubano tienen una importancia trascendental, por lo que las abordaremos en primer lugar.

CUANDO HABLAMOS DE VARIABLES DE ORDEN EXTERNO, NOS ESTAMOS REFIRIENDO A DOS TIPOS: POR UN LADO, LAS DE CARÁCTER GLOBAL Y, POR OTRO LADO, LAS QUE DEPENDEN DE WASHINGTON.

Las globales han sido fundamentalmente dos: primero, las consecuencias de la pandemia del covid y, posteriormente, la espiral inflacionaria producto, entre otras cuestiones, de la guerra en Ucrania.

Las otras variables de orden externo son las que están relacionadas directamente con la política exterior de EEUU. No podemos olvidar que estas tienen un impacto de gran magnitud y que, además, el resto de países del entorno no las sufren. Nos refirimos específicamente a dos. Por una parte, la legislación favorable a la entrada de migrantes de origen cubano, en contraposición a las leyes restrictivas a la llegada de personas procedentes del resto del continente.

Aunque Barack Obama suspendió la política de «pies secos-pies mojados» que estimulaba la migración por mar, la conocida como Ley de Ajuste Cubano sigue vigente y supone que a todo cubano o cubana que intente entrar ilegalmente en EEUU por tierra se le concede asilo automáticamente, mientras que al resto de latinoamericanos se les expulsa sistemáticamente. En relación a esto, el dato de los últimos dos años es abrumador, ya que alrededor de dos millones de latinoamericanos/as han sido deportados/as.

Por otra parte, el sempiterno bloqueo y, especialmente, su endurecimiento a partir de principios de 2017, durante el Gobierno de Donald Trump. Las más de 240 nuevas medidas aprobadas por el anterior presidente estadounidense marcaron un cambio radical respecto al proceso de apertura que abrió Obama y, sobre todo, con el paso del tiempo (5 años hasta ahora) han logrado su principal objetivo, golpear con contundencia la ya de por sí frágil economía cubana y, en consecuencia, han intensificado la tendencia migratoria.

Todas las medidas citadas han estado orientadas a provocar el colapso económico del país, intentando afectar a dos ámbitos estratégicos: los principales sectores económicos cubanos y los servicios básicos. Un grupo de medidas se han dirigido a asfixiar a los 3 grandes motores económicos (servicios médicos en el exterior, turismo y remesas) para así reducir drásticamente los ingresos de divisas del país.

Los resultados de esta política han sido exitosos para la estrategia estadounidense ya que los sectores mencionados han registrado unos ingresos sustancialmente inferiores a los de los años previos. Los servicios médicos en el exterior han sido suspendidos en algunos países debido a la presión ejercida contra sus gobiernos por parte de la Casa Blanca. El monto de las remesas a familiares que se envían desde EEUU también ha caído notablemente producto del límite impuesto por Trump en el año 2019. En dos años (2020 y 2021) la entrada de divisas a través de remesas cayó un 70%, de más de 3.000 millones de dólares a 1.000 millones. El turismo, además de por la pandemia, se ha visto afectado por las multas impuestas por tribunales estadounidenses a diferentes empresas que tienen negocios en Cuba.

El otro flanco, como citábamos antes, ha sido los servicios básicos. Destacan las medidas punitivas contra compañías suministradoras de combustible, lo cual ha restringido la capacidad energética del país, impactando no solo en las industrias, sino también en el transporte público y el servicio eléctrico y, castigando a la población con largas colas e innumerables apagones.

Paralelamente, las sanciones estadounidenses también han afectado -más de lo habitual- a la llegada de medicamentos, material médico e insumos para la producción de alimentos, incrementando aún más el desaliento ciudadano.

Para entender la magnitud de estas medidas hay que resaltar el efecto que han tenido en infinidad de empresas de muchos países, las cuales han decidido suspender sus relaciones comerciales y financieras con la isla. Dos de las nuevas medidas (la inclusión de Cuba en la lista de «Estados patrocinadores del terrorismo» y la activación del título III de la Ley Helms-Burton) sirven como ejemplo para comprender la ruptura con Cuba de empresas que, incluso a pesar del bloqueo, habían tenido históricamente relaciones económicas con la isla.

Es destacable que más de cien entidades bancarias han suspendido cuentas del Gobierno cubano y se han negado a tramitar pagos a proveedores de alimentos y servicios básicos. A su vez, decenas de empresas extranjeras han sido denunciadas en tribunales de EEUU por realizar intercambios comerciales con la isla, exigiéndoles millonarias indemnizaciones. Una jueza de Florida, por ejemplo, ordenó a 4 líneas de cruceros pagar más de 400 millones de dólares a la firma que tenía la concesión del puerto de La Habana antes del triunfo de la Revolución.

EN CUANTO A LAS VARIABLES DE ORDEN INTERNO, ALGUNAS DE LAS ÚLTIMAS MEDIDAS DE LA REFORMA ECONÓMICA HAN SIDO IDENTIFICADAS COMO IMPORTANTES RAZONES DEL AMPLIO MALESTAR SOCIAL.

Nos referimos a la incorporación al mercado libre de algunos productos básicos de la cesta de la compra que antes estaban protegidos. Esto ha sucedido, además, en un contexto de gran inflación, por lo que se ha reducido sustancialmente el poder adquisitivo de los grupos de población más vulnerables y, a su vez, se ha producido un aumento de la desigualdad social, en una sociedad en la que todavía tiene un gran peso el imaginario igualitarista.

Paralelamente, hay que citar otra variable interna que está teniendo mucha influencia en la última década: el cambio legal en relación a la emigración. Rafael Hernández, editor de la revista cubana de análisis político “Temas”, indica que actualmente la salida es libre, gracias a la ley de 2013 y a la Constitución de 2019. Los que emigraban antes de 2013 perdían «sus derechos como residentes» y se les restringía el retorno, mientras que ahora la entrada y salida es libre, lo cual supone un cambio radical, ya que no hay penalización por parte del Estado cubano. Esto, obviamente, ha facilitado el incremento del flujo migratorio.

Como consecuencia de esto la lógica migratoria ha cambiado, equiparándose más a la de los países vecinos. El director del Cedem puntualiza que lo que ahora predomina es «la temporalidad y la circularidad del migrante». Esto significa que se vive un tiempo fuera para mejorar el ingreso, luego se regresa a Cuba con reservas para un tiempo y, posteriormente, se vuelve a salir con el mismo objetivo.

Para concluir, resulta complicado realizar previsiones, ya que se suponía que la Administración demócrata de Biden dejaría sin efecto un buen número de las medidas de Trump, pero hasta la fecha no lo ha hecho. Por otro lado, es evidente que las nuevas generaciones jóvenes, en un país con un alto nivel de formación educativa, seguirán migrando en busca de unas condiciones materiales de vida mejores, al igual que sus coetáneos de la gran mayoría de países de la región. La diferencia, podría venir si el actual tratamiento privilegiado de EEUU hacia la migración cubana, gracias a la vigencia de la «Ley de Ajuste», terminara por su derogación y, mucho más aún, si el bloqueo concluyera (un horizonte que con Obama se empezó a vislumbrar). Esto, obviamente, no suprimiría el flujo migratorio, pero por lo menos si obligaría a analizar la migración cubana con unos estándares más similares a los del conjunto de América Latina.