GARA
HOMENAJE

La Medalla de Oro de Araba, para Pablo Laso

Pablo Laso, con Ramiro González.
Pablo Laso, con Ramiro González. (@ARABA)

Con motivo de las fiestas de San Prudencio de Gasteiz y toda Araba, el entrenador de baloncesto Pablo Laso recibía ayer la Medalla de Oro de Araba en la Diputación. El extécnico de Gipuzkoa Basket y Real Madrid aceptó este galardón recibido de mano del Diputado General de Araba Ramiro González como «un honor, una responsabilidad y una motivación más para afrontar nuevos retos».

Acompañado por parte de su familia, el homenaje comenzaba con un vídeo inicial con tres jugadores, que posteriormente se desvelaba que eran sus tres hijos, Óscar, Hugo y Aksel, jugando en la cancha del colegio San Viator de Gasteiz, donde comenzó a hacerlo el propio Pablo Laso.

Asimismo, Joe Arlauckas y Jaycee Carroll representaron en esta grabación a los jugadores con los que Laso compartió vestuario como jugador y entrenador.

El entrenador, todavía sin equipo después de conseguir 22 títulos con el Real Madrid, después de pasar por Gipuzkoa Basket, Valencia Basket y Lobos Cantabria, subió al escenario en el que tuvo una distendida charla con el periodista especialista en baloncesto Rafa Muntión, sentados en un banquillo y con el número «7» presente, dorsal que vistió Laso durante las 19 temporadas que jugó en la élite en el Baskonia, Real Madrid, Girona y Lleida.

VALORES, AMISTADES...

El técnico adelantó que la próxima temporada se sentará en un banquillo pero no quiso desvelar dónde -parece cantado su fichaje por el Bayern de Múnich-, mientras compartía bromas con el ya jubilado Muntión.

«Mi vida es entrenar, pero ahora parece que voy a entrenar a 80 equipos», comentó entre risas.

«Dentro de los valores del deporte siempre he podido hacer lo que he querido y no es el momento de retirarse», indicó, ya más en serio. «Tengo la suerte de conservar grandes amistades que me ha dado el baloncesto», expresó.

Laso también desveló cómo recibió la noticia del reconocimiento, y también tuvo tiempo de acordarse del fallecido Manel Comas, uno de sus entrenadores más señeros en Gasteiz.

«Es un reconocimiento a un camino del que me siento muy orgulloso y que no hubiera sido posible sin mis compañeros, medios y aficionados. Fui cumpliendo pequeñas metas hasta llegar a competiciones y partidos que jugaba de niño en la habitación de casa», culminó.