EDITORIALA

Donde muere el llamado sueño americano

Tiroteo masivo en un centro comercial de Texas, nueva matanza, otra más, y el mismo ritual de desesperación de siempre. El mimo día, al menos siete personas fallecieron cuando un hombre atropellaba a un grupo de personas en una parada de autobús en Brownsville (Texas) frente a un refugio para personas sin hogar, que sirve también como centro para inmigrantes. Pareciera que si hay alguna excepcionalidad estadounidense, es la de tolerar el hecho de que los centros comerciales, las escuelas, o las calles se transformen periódicamente en campos de tiro y agresión.

No se conocen los motivos de las personas que ayer perpetraron las matanzas. Uno de ellos fue abatido por un policía local fuera de servicio. Es importante conocerlos, el por qué alguien toma un arma para matar a tantas personas como le sea posible para poder abordar el problema. Quizá se trate de una enfermedad mental, racismo, antisemitismo o venganza por acoso escolar. Pero, en última instancia, los motivos no son tan importantes como el hecho horrible de que las vidas de personas inocentes son robadas porque las armas están al alcance de la mano para que los tiradores actuen según sus impulsos. Están a disposición, se cargan y se aprieta el gatillo, todo con facilidad.

Más y más armas: Ese es el credo que impera en EEUU. Tras cada matanza, los líderes políticos hacen llamamientos a la oración y prometen acción. Pero nunca se materializa ni los estadounidenses los responsabilizan. Y al no hacer nada para cortar con la violencia armada, para prohibir o siquiera regular el multimillonario mercado de armas, da la impresión de que han normalizado esa realidad repetida de tiroteos masivos y matanzas. Quizá ese sea el punto donde muere el llamado sueño americano, no en un campo de batalla, sino en sus propias calles, con sus propias manos y las manos de sus semejantes. No hay sueño ninguno en esa realidad. Un país cuya gente se convierte en su propio enemigo y ni siquiera sabe por qué se están matando, que no sabe ni parece poder cambiar, vive una pesadilla infernal.