Imanol INTZIARTE
DONOSTIA
Entrevue
Juan Karlos Izagirre
Candidato de EH BIldu a la Alcaldía de Donostia

«Hay que cuidar al turista, pero también a los donostiarras»

«Lo típico es decir que en el ascensor se habla del tiempo, pero en Donostia estos días se habla de movilidad, de turismo, de la carestía de la vivienda…», subraya el cabeza de lista de EH Bildu. Temas que aborda de forma extensa junto a una propuesta llamativa; la readecuación de la variante.

(Gorka RUBIO | FOKU)

 

Juan Karlos Izagirre (Donostia, 1963) aspira a ser nuevamente alcalde de Donostia, un cargo al que accedió «por sorpresa» en 2011 y que ocupó durante cuatro años. Aunque de primeras regresó a la práctica de la medicina, el gusanillo de estar en la política «al otro lado de la barrera» ya le había picado, y regresó como aspirante a diputado general de Gipuzkoa.

Cumplida su etapa como juntero, lleva semanas «encantado» en una larga precampaña, siempre que eso suponga «acercarte a la ciudadanía, compartir inquietudes y hacer propuestas. Estar con la gente siempre es agradable».

Hay una serie de temas recurrentes. Es difícil preparar preguntas distintas y tampoco será fácil responder siempre a las mismas cuestiones.

También la ciudadanía habla de esos temas. Lo típico es decir que en el ascensor se habla del tiempo, pero en Donostia estos días se habla de movilidad, de turismo, de la carestía de la vivienda. Ese sentir hay que recogerlo, estudiarlo y hay que buscar salidas.

Ustedes vienen hablando de aprovechar las capacidades de la nueva Ley estatal de Vivienda y declarar «tensionada» toda la ciudad.

Uno de los grandes problemas que tenemos en Donostia es que es muy difícil acceder a la vivienda, y ahí están los datos, 3.400 jóvenes que se han ido en los últimos años, el efecto de la gentrificación en algunas zonas de la ciudad llega al 20% o 25%, y todo esto es debido a cosas que se han hecho y a cosas que no se han hecho.

Entre otras, aprovechar las herramientas legales que existen. Porque ya existían de antes. La Ley de Vivienda de la CAV de 2015 permitía actuar sobre las viviendas vacías y poder encauzarlas hacia el mercado del alquiler.

Ahora hay una nueva herramienta, y no aprovecharla es un ejemplo de mala gestión. Nos va a permitir topar los precios del alquiler, de alguna manera controlar a los fondos buitres y va a dificultar los casos de desahucio. Nuestro compromiso es aplicarla desde el minuto uno.

Esto incidiría sobre lo ya construido, pero otro aspecto es lo que viene, las nuevas promociones. EH Bildu defiende elevar el porcentaje de vivienda protegida más allá del mínimo obligatorio.

El Gobierno actual siempre ha apostado por que la vivienda que se construya sea libre, y que la protegida sea el mínimo que marca la ley, el 40% en este momento. Y dentro de este 40%, la mitad suele ser vivienda tasada, que es vivienda protegida pero se vende a un precio que ahora mismo es superior a los 300.000 euros.

Apostamos por hacer algo que ya hemos hecho. Cuando se planificó el barrio de Txomin, que se hizo con los y las vecinas, compramos el suelo y conseguimos que el 70% de la vivienda construida fuera protegida. Y la parcela que desarrolló el Ayuntamiento fue al 100% protegida y de alquiler.

Nuestro compromiso es que en zonas de suelo público que ya tenemos identificadas un mínimo del 70% sea vivienda protegida para el alquiler, y de ellas un 15%-20% para que los y las jóvenes se puedan emancipar. Y aquellos desarrollos que haya en suelo privado también tenemos que ir más allá de lo que marca la ley, hasta un mínimo del 50%.

Su ‘tema estrella’ está siendo la propuesta para readecuar la antigua variante.

Existe una tendencia en las ciudades europeas a que aquellos viales que tienen un uso muy inferior al que tenían anteriormente hay que darles una nueva utilidad. Hicimos una actuación parecida, aunque a menor escala, en la entrada de Carlos I (Amara Berri), que era muy agresiva, dividía el barrio en dos; y con una actuación económicamente moderada que no llegó a un millón de euros se redujo esa entrada a una avenida más amable, se colocaron semáforos, se conectaron los dos lados del barrio y no ha habido una afectación en la circulación. Y hay una segunda fase prevista.

Estamos hablando de una variante que se construyó hace 50 años para que los coches no pasaran por el centro de la ciudad, pero se ha hecho un segundo cinturón que absorbe más de la mitad de ese tráfico. Se ha reducido el tráfico diario de coches de 120.000 a 60.000.

En la variante sería algo parecido a lo largo de 8 kilómetros, desde Añorga hasta Altza, y ahí ganaríamos sesenta hectáreas de terreno público. Sesenta hectáreas es por ejemplo el triple que los cuarteles de Loiola.

Donostia ha pivotado durante años sobre un eje principal, la costa y las tres playas. Y pensamos que hay dos ejes que tienen que coger un protagonismo especial. Uno es el Urumea, por el que ya apostamos en la legislatura 2011-15; dijimos que no podíamos construir ciudad de espaldas al río. Se planificaron obras para evitar inundaciones y un nuevo barrio como Txomin. Y la variante sería un tercer eje, para atender a las demandas de los barrios que atraviesa.

Todo esto es un proyecto, pero la realidad es que se está construyendo un nuevo enlace en Marrutxipi para acceder a Intxaurrondo y Gros…

Es una obra que nace obsoleta.

Hablamos de movilidad, hay bastante debate o polémica sobre los cambios en el centro, el proyecto de parking en San Bartolomé, el Topo…

Hay unos criterios que marca Europa que hay que respetar, y que coinciden con el discurso sobre movilidad que EH Bildu tiene desde siempre. Hay que plantearse seriamente la utilidad de los parkings subterráneos. Empezando por los más céntricos.

En este momento es un uso rotatorio, es el coche que llega hasta ahí porque le han dicho que en la Parte Vieja hay un parking. Pensamos que progresivamente tienen que ir desapareciendo las plazas rotatorias y servir para bicicletas; para residentes, que si los bajamos desde la superficie estaremos liberando suelo para el peatón; o como zonas de distribución para el comercio o la hostelería.

Aspiramos a que un día los parkings sean de gestión pública, todo sería más sencillo.

Al final todos los temas están interrelacionados. Hemos hablado de vivienda o movilidad, y ambos se entrecruzan con el turismo…

Alguien nos puso el sambenito de que no somos favorables al turismo, pero nosotros pensamos que es muy importante para la ciudad, no hay más que ver que aporta el 14% del PIB.

El primer turista soy yo mismo, he viajado bastante y siempre me ha encantado que me traten bien. Cuanto mejor me han tratado, mejor he hablado de esa ciudad cuando he vuelto a casa. Ese es el objetivo que tenemos que tener.

Lo que pasa es que hay que cuidar al turista pero también a la donostiarra y al donostiarra. Y en los últimos años ha habido una desgobernanza total y no se ha tenido en cuenta que el crecimiento turístico ha sido a costa de afecciones a la ciudadanía. Es incompatible con la definición de turismo sostenible.

Hay barrios en los que quienes viven allí dicen que se sienten extraños, y eso me parece muy grave. El 66% dice que ha crecido lo suficiente y que hay que parar.

Lo primero que hay que hacer es gobernar este tema de una manera participativa. Ir a las zonas más castigadas y comentar con ellos qué necesidades y carencias tienen en cuanto a servicios y equipamientos. Hay que ampliar la declaración de zona saturada, la moratoria para hoteles nos parece bien, aunque llega tarde y pensamos ampliarla a más barrios.

Los pisos turísticos queremos volver a que solo se puedan poner en el primer piso, y que además exista una limitación horizontal, que entre un piso turístico y otro haya un mínimo de metros.

Donostia además tiene otros sitios con encanto, y con los dos ejes que planteamos, el Urumea y la variante, se van a generar nuevos sitios atractivos. Y estamos geográficamente situados en la mitad de Euskal Herria, en una hora podemos ir a donde quieras. Hay que ofertar a quienes vienen de fuera la posibilidad de conocer Donostia, evidentemente, pero también que están en un país con una cultura, con un idioma propio, con una manera de organizarse, con una historia.

Ocho años después de dejar la Alcaldía, ¿qué hubiera hecho diferente? ¿Se arrepiente de algo?

Fue una experiencia maravillosa, también muy dura. Corroboré una cosa bastante triste, y es que en la política hay gente que considera que todo vale. Yo creo en la honestidad de la política como herramienta para cambiar las cosas, para solucionar los problemas, para hacer una ciudad, una Euskal Herria y un mundo mejor.

Tenemos la experiencia de haber gobernado esta ciudad, habremos tenido nuestros errores, evidentemente, pero pensamos que lo hicimos con honestidad e intentamos gobernar con la ciudadanía.