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Kiev atacada, Zelenski de gira y los líderes del G7 reunidos en Hiroshima

Kiev sufrió la enésima oleada de ataques con misiles mientras el presidente de Ucrania lleva ya un tiempo fuera del país. Ayer, en su primera visita oficial a Oriente Medio desde que se inició la guerra, llegó a Jedah, en Arabía Saudí, para participar en la cumbre de la Liga Árabe. Pero no viajará a Japón, solo participará en el G7 por videoconferencia.

El príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, da a bienvenida al presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, en Jedah .
El príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, da a bienvenida al presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, en Jedah . (SPA | AFP)

Mientras Kiev es atacada con misiles hipersónicos, balísticos y con drones kamikazes, día sí y día también, y mientras crecen los temores a que Moscú pudiera estar planeando un ataque devastador contra los centros de decisión para descabezar el liderazgo de Ucrania, su presidente, Volodimir Zelensky, lleva ya unas semanas fuera del país. En una gira que le ha llevado por las capitales de media Europa y que ayer recaló por sopresa en Jedah, Arabia Saudí, donde participó como «invitado de honor» en la 32 edición de la cumbre de la Liga Árabe. La cita supuso, además, la vuelta de Siria al organismo panárabe, gracias a la mediación de China y en contra de la opinión de EEUU y la Unión Europea, tras casi doce años de suspensión, y lo hizo con una delegación encabezada por su presidente, Bashar al-Assad, cuya presencia era muy esperada, pero quedó en parte empañada por la visita de Zelenski.

Durante su discurso de apertura de la cumbre, y en presencia de Zelenski, el príncipe heredero y hombre fuerte de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, manifestó la voluntad de su país de mediar entre Rusia y Ucrania y apoyar los esfuerzos internacionales para «solucionar la crisis políticamente y ayudar a lograr la paz y la seguridad», labor mediadora que ya ha desarrollado junto a Emiratos Árabes Unidos en las conversaciones entre Kiev y Moscú para el intercambio de una decena de detenidos.

Por su parte, Zelenski realizó una intervención centrada en la guerra en su país, de la que pidió a los presentes que «no aparten su mirada», y durante la que la delegación siria se negó a «ponerse los auriculares de traducción», según la agencia de noticias siria SANA.

«EL TIEMPO NECESARIO»

La visita de Zelenski a Jedah se produjo durante la celebración de la cumbre del G7 en Hiroshima, donde sus líderes anunciaron nuevas sanciones para «hacer pagar a Rusia» por la guerra en Ucrania. Después de que los organizadores del encuentro y altos cargos ucranianos afirmaran que Zelenski viajaría a la ciudad japonesa, su servicio de prensa negó tal extremo y aseguró que su participación será por videoconferencia y no viajaría en persona.

Los líderes del G7 reafirmaron tras una reunión a puerta cerrada sobre Ucrania su compromiso de ayudar a Kiev «el tiempo que sea necesario». Y anunciaron la imposición de nuevas «sanciones coordinadas» y otras medidas económicas para cortar las vías de financiación de Moscú y el uso de productos y materiales que puedan emplearse en la industria militar, entre las que destacan restricciones a «nuevos sectores clave», como construcción, transporte y negocios, así como para evitar que Rusia pueda eludir las sanciones vigentes.

Pero solo EEUU, Canadá y el Gran Bretaña lideraron esta nueva ola de sanciones, mientras que Italia, Alemania y Estado francés anunciarán próximamente un nuevo paquete acordado dentro de la UE. Tampoco se esperaba que Japón adoptara sanciones por ahora.

Ayer Washington impuso una nueva batería de sanciones que afecta a más de 200 entidades, personas, barcos y aviones que están colaborando con Rusia en su ofensiva.

Londres anunció que prohibirá las exportaciones de diamantes de Rusia y vetará las importaciones de cobre, aluminio y níquel de origen ruso, y sancionará a 86 personas y compañías conectadas con la estatal nuclear rusa Rosatom y con otras vinculadas a defensa, energía, metales, transporte y sectores financieros.

Rusia respondió a EEUU prohibiendo la entrada al país a otros 500 estadounidenses, incluido Barack Obama.