Miguel FDEZ. IBÁÑEZ
ATENAS

Kyriakos Mitsotakis, a pesar de todo, favorito en las elecciones en Grecia

La República helena celebra mañana comicios parlamentarios y el actual primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, a pesar de los escándalos que ha protagonizado en el último año, es el favorito. Sin embargo, las encuestas vaticinan que estaría lejos de lograr la mayoría absoluta y que, para gobernar, tendría que pactar.

El primer ministro saliente, Kyriakos Mitsotakis, se dirige a sus seguidores en el mitin de cierre de campaña, en Atenas.
El primer ministro saliente, Kyriakos Mitsotakis, se dirige a sus seguidores en el mitin de cierre de campaña, en Atenas. (Aris MESSINIS | AFP)

De familia influyente, a Kyriakos Mitsotakis no le ha pasado factura el escándalo de espionaje masivo; tampoco el accidente de trenes en Tempe, el de mayor mortalidad en la historia del país; ni siquiera la delicada situación económica actual. Pese a todo, Mitsotakis, líder de la derechista Nueva Democracia (ND), es el favorito de cara a las elecciones parlamentarias que mañana se celebran en Grecia.

Casi diez millones de griegos están llamados a las urnas para decidir si entregan un nuevo mandato a Mitsotakis o confían en Alexis Tsipras, que encabeza la formación izquierdista Syriza. Según las encuestas, en un Parlamento con 300 escaños en juego y al menos seis fuerzas superando el corte electoral del 3%, ND obtendría el 35% de los votos; Syriza, el 29%, y Pasok, el 10%. Ningún partido conseguiría la mayoría absoluta y, para gobernar, ND y Syriza tendrían que aliarse con el socialdemócrata Pasok de Nikos Androulakis.

Con el actual sistema electoral proporcional, ND necesitaría una carambola para obtener la mayoría absoluta: no solo tendría que invertir la caída de cuatro puntos que vaticinan las encuestas y arrasar en las plazas en disputa de los comicios de 2019 -Eubea, Arta, Chania, Corfú, Xanthi, Ioannina, Atenas-, sino que tendría que esperar a que los partidos de ultraderecha no superen el corte electoral. Excluido el partido neonazi Griegos por la Patria, creado por el exmiembro de Amanecer Dorado Ilias Kasidiaris, en la extrema derecha destacan varios proyectos personalistas que podrían canalizar el voto neonazi y la ultraliberal Solución Helena, que en 2019 consiguió el 3,7% de los votos y 10 diputados.

En caso de obtener la mayoría simple, la posición de Mitsotakis dependería de la diferencia de votos respecto a Syriza. Si la distancia es amplia, no formará Gobierno y se repetirán los comicios en verano: Mitsotakis espera obtener entonces la mayoría absoluta porque entra en vigor una reforma electoral que reduce la proporcionalidad y entrega entre 20 y 50 escaños a la fuerza más votada. Y si la diferencia es exigua, podría intentar llegar a un acuerdo con el Pasok, aunque será difícil: Mitsotakis ha espiado a decenas de personalidades, entre ellas Nikos Androulakis, que sabe que una alianza pondría en entredicho la renovación de la socialdemocracia helena. Si bien no ha cerrado la posibilidad de formar una coalición a izquierda o derecha, Androulakis repite que no será ni con Mitsotakis ni con Tsipras.

LA IZQUIERDA

Syriza y Pasok compiten por los votos de la rama moderada de la socialdemocracia, esas personas que durante décadas estuvieron vinculadas al partido que encumbró Andreas Papandreu y que con la crisis de 2009 empezaron a apostar por Alexis Tsipras.

Syriza ha sabido madurar con los éxitos y los fracasos y, alejado de las posiciones radicales e inamovibles características de la izquierda helena, ha demostrado solidez ante las crisis. Pese a que ignoró la voluntad popular y aceptó el memorando de la Troika, Syriza no ha perdido los votos que conquistó al inicio de la crisis: su techo está en el 36% y, una década después, se mantiene en el 30%. Conocedor de que parte de esos votos no son de color rojo intenso, la realidad política ha llevado a Syriza a acercarse a los postulados socialdemócratas y a incluir en las listas al ex de ND Evangelos Antonaros. Por estas y otras razones, la izquierda radical acusa a Alexis Tsipras de olvidar la revolución y le disputa el voto antisistema, principalmente con el estable y dogmático Partido Comunista de Grecia (KKE), de Dimitris Koutsoumpas, y el MeRA25, del economista y exministro Yannis Varoufakis.

La principal ventaja de la izquierda en estas elecciones son los 430.000 jóvenes que por primera vez tienen derecho a voto: en el arco de los 17 a los 34 años, Syriza supera con claridad a ND. El principal inconveniente es que, para gobernar, a Tsipras no le bastaría con el apoyo de un partido y necesitaría poner de acuerdo a dos, Pasok y MeRA25, ya que el KKE ha asegurado que no pactará con nadie. Además, Tsipras ha aseverado que solo intentará formar Gobierno si su partido es el primero en número de votos.

Salvo sorpresa, las posiciones encontradas de los actores conducen a Grecia al escenario que todos los analistas vaticinan desde hace un año: nadie formará Gobierno y se tendrán que repetir las elecciones en pleno verano. Gracias a la unidad que muestra la derecha y a la prima electoral, Mitsotakis espera imponerse y gobernar en solitario otra legislatura más. Esta situación arrincona a la izquierda, que solo puede vencer si se une en torno a Tsipras.

CRISIS

Reflejo de las dificultades que atraviesa la sociedad, todos los candidatos prometen aumentar los salarios, modernizar las infraestructuras y solucionar los precios prohibitivos de los bienes de consumo. Aunque difieren en cómo lo conseguirán, prometen devolver a los helenos a los estándares de calidad de vida anteriores a la crisis de 2009.

Conmocionada, Grecia encadena crisis en este siglo XXI: la económica que estalló en 2009 y que se llevó un cuarto del PIB heleno; la del coronavirus; y la que en el presente, de carácter global e inflacionista, incrementa el coste de la vida. En un país que ocupa el penúltimo peldaño en la UE en el PIB per cápita comparado con el índice de precios, los alimentos cuestan como en Euskal Herria y los salarios, que con suerte alcanzan los 800 euros en Atenas, permanecen casi estancados.

Las reformas de la Troika no han solucionado los problemas estructurales de la economía helena, cuyo PIB depende en un 25% del turismo y está marcado por las desigualdades entre las ciudades y las zonas rurales. Las entidades internacionales siguen preocupadas por la alta deuda pública, el elevado déficit comercial y los numerosos préstamos con escasa o nula probabilidad de ser devueltos. Precisamente, Pasok y Syriza prometen ayudar a quienes estén en riesgo de exclusión y no puedan pagar los créditos.

Los problemas persistentes de la economía y las medidas neoliberales han provocado que aumente la brecha social en Grecia. Las huelgas han alcanzado niveles de participación masiva y los sindicatos denuncian los intentos de privatización de la educación y de la sanidad, y las condiciones precarias de las infraestructuras, reflejadas de golpe con la catástrofe ferroviaria en Tempe. Además, existe hartazgo con un Ejecutivo al que acusan de actuar como una empresa familiar y que ha espiado a políticos, incluidos los de su propio partido, coartado la libertad de expresión y mermado la independencia de la Justicia.

El Gobierno se defiende y asegura haber capeado correctamente las crisis, que tilda de exógenas. Recuerda que las coaliciones son inestables e insiste en los casos de corrupción opositora, en la socialdemócrata Eva Kaili y el Qatargate, y en el exministro de Syriza Nikos Pappas. Además, Mitsotakis saca pecho con los datos de crecimiento y desempleo; alardea de los acuerdos militares con el Estado francés y Estados Unidos; e insiste en la seguridad: no permitirá el avance de Turquía ni dejará entrar a los migrantes que intenten cruzar ilegalmente a Grecia. Como esta postura da votos, pese a los informes demoledores de las organizaciones humanitarias que acusan al Ejecutivo derechista de violar los derechos de las personas migrantes, Mitsotakis se enorgullece y asegura que en los próximos cuatro años ampliará en más de 100 kilómetros el muro fronterizo en la región del río Evros.

Ante esta situación, la ciudadanía griega decide hoy si continuar la senda neoliberal de Nueva Democracia o apostar por un liderazgo, el de Syriza, que, sin cambios radicales en el sistema, será amable con los actores periféricos.