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HIROSHIMA

Zelenski protagoniza un G7 que apunta y enoja a China

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, protagonizó la cumbre del G7, en la que buscó sobre todo apoyos en los invitados India y Brasil. Pero la cumbre apuntó sobre todo a China, que reaccionó calificando al grupo como un obstáculo para la paz y la estabilidad.

El primer ministro indio, Narendra Modi, estrecha la mano del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski.
El primer ministro indio, Narendra Modi, estrecha la mano del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski. (AFP)

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, protagonizó ayer la cumbre del G7 (EEUU, Japón, Alemania, Estado francés, Italia, Gran Bretaña, Canadá) en Hiroshima, encadenando varias reuniones con jefes de Estado y de Gobierno aliados pero buscando sobre todo persuadir a las grandes potencias emergentes para que se alineen contra Moscú, sobre todo el primer ministro indio, Narendra Modi, y el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.

El presidente francés, Emmanuel Macron, a cuyo cargo corrió el desplazamiento de Zelenski a la ciudad japonesa, aseguró que su presencia en la cumbre «puede cambiar el juego» para Ucrania.

Modi aseguró a Zelenski que India hará «todo lo posible» para resolver el conflicto ruso-ucraniano y que «comprende completamente» su sufrimiento y el de su pueblo.

A la vez que busca una postura favorable de los emergentes, Zelenski insistió en más pasos en el rearme por parte de sus aliados. El presidente de EEUU, Joe Biden, dio uno importante al autorizar a otros países a que suministren los aviones de combate F-16 de fabricación estadounidense que Kiev reclama hace tiempo. EEUU también apoya una iniciativa conjunta de sus aliados para entrenar pilotos ucranianos mientras deciden el calendario de entrega de los cazas, su número y los países que los proporcionarán.

En febrero, Gran Bretaña anunció un nuevo programa de capacitación para pilotos ucranianos para crear una nueva fuerza aérea ucraniana con aviones F-16, una iniciativa apoyada por Polonia, el Estado francés, Países Bajos y Bélgica, entre otros.

Moscú reaccionó de inmediato. El viceministro de Exteriores, Alexandr Grushko, calificó la decisión sobre los cazas como un paso más en la escalada que «implica riesgos colosales para ellos» y que Moscú tendrá en cuenta en sus planes.

Pero la atención de líderes del G7 se dirigía sobre todo a Pekín para que «presione a Rusia para que ponga fin a su agresión y retire sus tropas de forma inmediata, completa e incondicional».

Pekín también expresó su fuerte descontento por el comunicado final del grupo en el que reafirmaron su oposición a cualquier «militarización» china en Asia-Pacífico, asegurando que no hay base legal para las «reclamaciones marítimas expansivas» del país en el Mar de China Meridional.

Las potencias del G7 subrayaron su objetivo de diversificar sus cadenas de suministro para ser menos dependientes de Pekín y rechazaron la «coerción económica», apuntando a China sin nombrarla. No hizo falta para que Pekín respondiera rápidamente repudiando que el G7 sea «un obstáculo para la paz internacional, la estabilidad regional y el desarrollo de otros países.

El Gobierno chino entiende las denuncias del G7 sobre su influencia en el Indo-Pacífico o la comunidad uigur como un «intento de ensuciar y atacar» al país, así como una «grosera interferencia en los asuntos internos», por lo que presentó duras quejas «a Japón, como anfitrión de la cumbre, y otras partes relevantes».

Pekín también respondió que «la única coerción económica aquí es la que ejerce Estados Unidos» que «no hace sino politizar y convertir las relaciones económicas y comerciales en un arma al imponer sanciones unilaterales. Pedimos al G7 que no sea cómplice de esta verdadera coerción económica».

La presión sobre China se extendió a una reunión paralela de los líderes del Quad, la alianza de Australia, India, Japón y EEUU, que aprovecharon para reforzar su vínculo frente a China. Biden prometió nuevas iniciativas conjuntas de telecomunicaciones, infraestructura y proyectos de energía en la región. «Buena parte del futuro del mundo se va a decidir aquí», declaró.



El líder de Wagner anuncia la toma de Bajmut

El jefe del grupo paramilitar ruso Wagner, Yevgeny Prigozhin, reivindicó ayer la captura total de Bajmut después de diez meses de combates que han devastado la ciudad y convertido este frente en una picadora de carne humana con miles de muertos. Según Prigozhin, Wagner retirará a sus hombres de la ciudad a partir del 25 de mayo y dejará la defensa al Ejército regular ruso, poniéndose a disposición de futuras operaciones de Moscú. «La operación duró 224 días (...) Aquí solo estaba Wagner», afirmó para destacar el papel de la milicia mercenaria, en conflicto abierto con la jerarquía militar rusa. «No solo luchamos con el Ejército ucraniano en Bajmut, sino también con la burocracia que puso un palo en nuestras ruedas», criticó. Sin embargo, Kiev aseguró que sus tropas seguían combatiendo en una situación «crítica». Mantienen líneas de defensa al sur y han avanzado al norte de Bajmut, a la espera de la nueva estrategia rusa y de la anunciada contraofensiva ucraniana respaldada por las nuevas armas occidentales.GARA