Raimundo FITERO
DE REOJO

Vocación perdida

Mi primera y única vocación fue ser explorador o misionero laico por África. Hoy me encantaría recuperar las dotes adivinatorias sobre los resultados electorales. Mi vocación perdida puede ser ahora mi pasaporte a un retiro espiritual en una caverna medieval. Nunca tuve bicicleta propia. Por eso entiendo tan bien a los perdedores de las partidas de julepe cuando sopla el viento solano.

Una de esas voces que algunas tardes ocupan mi cerebro encapsulado me recrimina no mojarme más mientras que otras voces en dialectos ignotos, me acusan justo de meterme allá dónde no me llaman. Pero… venga, decido yo, no se sabe si desde mi parte más alerta o más queda, pero me ha gustado la decisión de EH Bildu de que al Parlamento español repita el mismo equipo de personas. Han hecho una labor inconmensurable. Han dado una imagen magnífica, han logrado que se avance en muchas cuestiones sociales relevantes. Se han curtido en un parlamentarismo rudo de insultos y descalificaciones y han sabido estar por encima de esas hordas. Un buen entrenamiento para posibles destinos futuros.

Hasta aquí la labor es sencilla, pero como hay demasiadas sensibilidades afectadas, yo juraría que lo más obvio es que Podemos acabe no participando en Sumar, y si por una casualidad llegaran a hacer el gesto forzado, ya está hecho todo el mal posible. Escuché la otra noche al emérito Pablo Iglesias, hablando de vetos y me confirmó su labor de zapador para ahondar la trinchera que impida crear un territorio de ilusión para votantes de esa izquierda absorta y desmovilizada.