AMAIA EREÑAGA
BILBO

La Otxoa: «Hay que mostrarse como eres y allá cada cual con su bragueta»

¿Qué piensa de aquellos, como Miguel Bosé, que dicen que durante el franquismo había más libertad que hoy en día? «Como se han muerto todos los de su época y no queda nadie con memoria, pueden decir esas tonterías», sentenciaba ayer José Antonio Nielfa (Bilbo, 1947), La Otxoa. Y sabe de lo que habla: su vida durante el franquismo fue cárcel y detenciones, pero también mucho humor y risas. Esta Aste Nagusia se despide... o eso dice, al menos.

José Antonio Nielfa, 75 años muy bien llevados, posa arropado por el equipo del musical .
José Antonio Nielfa, 75 años muy bien llevados, posa arropado por el equipo del musical . (Oskar MATXIN / FOKU)

Año 1979, se celebra la segunda Aste Nagusia de Bilbo y José Antonio Nielfa, La Otxoa, es invitado por la txosna de Federico Ezkerra a actuar en el Arenal. Arrasa. Ahí suena su “Libérate”: «Libérate, ser mariquita no es un delito, no lo calles, lanza el grito». La canción se convierte en himno LGTBIQ+, La Otxoa alcanza el grado de institución popular en Bilbo... pero lo que se nos olvida es que antes de aquel día llevaba mucho camino recorrido, años vividos muy duros. De eso trata precisamente “¡Agur, Otxoa feroz!”, una especie de biopic musical que se podrá ver en la sala BBK de la Gran Vía bilbaina del 20 al 27 de agosto, en plena Aste Nagusia. Será una fiesta, una reivindicación, un «montar el follón» y también, aunque con las divas nunca se sabe, la despedida de las tablas de este artista a sus 75 años. Las entradas, que volarán, ya están a la venta.

Escrita por Unai Izquierdo y dirigida por Getari Etxegarai, la obra cuenta con cuatro intérpretes que se meten en la piel tanto de La Otxoa como de los personajes que han formado parte de su vida. Pero será el propio artista, La Otxoa quién, con voz en riguroso directo, cante las canciones que han sido la banda sonora de su vida. El espectáculo narrará las vicisitudes de Nielfa desde su infancia en el barrio de San Francisco y su lucha por la visibilidad LGTBIQ+ hasta la dictadura, con detenciones y cárcel. «Me ha interesado más la parte humana; menos el personaje que la persona», explicó Unai Izquierdo.

UN PLATO COMBINADO

Aquel era un chaval que ponía txikitos subido a un taburete en el bar familiar en aquel Bilbo que adoraba, y ya ha desaparecido, un Bilbo oculto bajo el humo de las fábricas: «De todo lo que me ha pasado, el victimismo lo he dejado aparte, porque todo lo que he hecho era porque yo quería, porque estaba en esa lucha. Me parecía que a un niño de 14 años que le gusta un chico ¿por qué es un vicioso? En los años 60 no había ninguna información ni sabíamos que era ser homosexual... era maricón. Y el maricón era ese niño muy afectado, que parecía una chica, y yo no identificaba con ellos para nada, porque yo no quería ser chica. Yo jugaba al fútbol, me pegaba con los chicos del barrio, pero me gustaban los chicos. Era una lucha interior mía, por lo cual yo me metí en el lío y sabía qué me podía pasar. Eran los 60, estaba en Barcelona, donde estaba todo el follón, y no había ninguna información. Figúrate, cuando me detuvieron van mis padres y preguntan que a ver por qué está su hijo detenido, y les dicen: por homosexual. Y mi madre se pensaba que era un plato combinado».

Con el nombre del bar de Bilbo de “ambiente” donde trabajaba como nombre artístico -«yo no decía cómo me llamaba y entonces me pusieron el nombre de Otxoa»-, conoció las grandes redadas de Barcelona, luego también estuvo en Torremolinos y regresó a Bilbo cuando enfermó su madre. Abrió varios bares, donde cantaba y sacaba copas. Pensaba que no tendría el reconocimiento merecido, hasta que llegó aquella Aste Nagusia.

Algunas lecciones de La Otxoa: «Hay que vivir como uno nace y mostrarte tal y como eres siempre. Y, en fin, allá cada cual con su bragueta». ¿Y qué piensa de aquellos artistas, como Miguel Bosé, que andan proclamando ahora que durante el franquismo se vivió con más libertad que hoy en día? «Para él sí sería así.. Para Miguel Bosé, y los hijos de los militares y lo ministros, que los escondían en Ibiza y Lanzarote, pero para los hijos de los obreros no: iban a por nosotros y, de hecho, nos detenían y nos aplicaban la ley de Vagos y Maleantes. Como se han muerto todos los de su época y no queda nadie con memoria, pueden decir esas tonterías».