Raimundo FITERO
DE REOJO

Se acabó la pantomima

Los hechos consumados nos colocan ante lo inevitable, o se alza una muralla contra la extrema derecha bicéfala española o nos deslizamos irremediablemente por un territorio de consecuencias incalculables que nos lleva al ahogo democrático. El hombre menguante se ha convertido en una fiera demoledora de principios y consensos. Va a derogar la democracia a base de usarla de manera involucionista. Los poderes fácticos están poniendo alfombra multicolor para que dentro de un mes el mapa se tiña de un pardo efervescente. Puede Borja Mari extrañarse un poco más, pero cuando se peine debe ver en el espejo al portavoz de la carcundia más reaccionaria, la inmoderación absoluta.

Estaban haciendo una pantomima con sus nulas ganas de debatir algo que no sea insustancial para la mayoría, porque lo que han armado es un plan que tiene consejos y cómplices de una internacional de tinte intolerante, para derogar todo aquello que suene a libertades o logros sociales, que es una manera de volver al pasado más sombrío y violento. Me gustaría encontrar un punto de respiro, una suerte de posibilidad de que todo lo que se augura no suceda pero, si miro allá dónde los poderes pueden legislar para que aquí la vida y el futuro sean más esperanzadores, sufro un ataque de realismo, porque intuyo que el nunca bien ponderado sanchismo ha decidido perder sin honor, salvar sus muebles, asegurarse jubilaciones. Y lo que hay a la izquierda es hoy un galimatías, una suerte de bromuro político, que todavía puede mostrar más su infantilismo y nihilismo incongruente.