D.L.

Alemania, puerta o freno al abrazo del oso del gigante chino a la UE

Sin renunciar a sus relaciones comerciales imprescindibles con China, la Alemania de Scholz le exige equilibrio en pleno realineamiento de su estrategia de seguridad con EEUU en la nueva Guerra Fría por la hegemonía mundial. Pekín guiña a Berlín para que vuelva al guion de la era Merkel y siga siendo su puerta de acceso a la UE.

El canciller alemán, Scholz, y el primer ministro chino, Li, antes de la cumbre.
El canciller alemán, Scholz, y el primer ministro chino, Li, antes de la cumbre. (AFP)

El canciller alemán, Olaf Scholz, expresó su voluntad de mantener con Asia unas relaciones económicas «equilibradas» en una comparecencia junto al primer ministro chino, Li Qiang, quien eligió, o le eligieron, Berlín para su primera visita oficial al extranjero. «No queremos perder a un socio, queremos partenariados equilibrados», insistió, para añadir que Alemania no tiene ningún interés en «desacoplarse de China», su primer socio comercial, pero sí busca una diversificación de sus relaciones «en aras de un mayor equilibrio».

Tras recibir con alfombra roja y honores militares al oficialmente número dos de una jerarquía china cada vez más personalizada en torno al presidente chino, Xi Jinping, Scholz trata de navegar a dos aguas entre, de un lado, su convicción, o necesidad, de mantener sus relaciones con el gigante asiático, y, de otro, su voluntad de desmarcarse de la era Merkel, cuando su predecesora priorizó en cualquier caso el refuerzo de los lazos comerciales con China.

Ello provocó una gran dependencia alemana respecto a Pekín en sectores estratégicos. Lo mismo que le ocurrió en el ámbito energético con Rusia.

En plena Guerra Fría, o caliente, entre Occidente (léase EEUU) y China por la hegemonía, y escenificada en torno a dossieres como Taiwán, la persecución de la minoría uigur, la guerra de Ucrania... Berlín publicó la semana pasada su nueva estrategia de seguridad nacional, que define a China como socio pero cada vez más adversario y rival sistémico.

Pekín reaccionó señalando que tales calificativos «no hacen más que condenar a nuestro mundo a un torbellino de división y confrontación».

El primer ministro chino insistió en la voluntad de Pekín de trabajar «de la mano» con sus socios europeos y especialmente con Alemania. «La recuperación económica mundial carece de impulso de crecimiento. China y Alemania, como naciones importantes e influyentes, deberían cooperar más estrechamente por la paz y el desarrollo mundiales», reiteró Li Qiang, para añadir que Pekín otorga «gran importancia a los lazos UE-China y está dispuesto a trabajar con Alemania para promover estos lazos».

Precisamente, la cumbre sino-alemana coincidió con la publicación ayer por parte de la Comisión de Bruselas de su estrategia para responder a los riesgos sobre la seguridad económica de la UE, con China implícitamente en la mira.

La UE aprobó a principios de junio un instrumento común destinado a castigar a cualquier país que utilice sanciones económicas para presionar a uno de sus miembros, como hizo China con Lituania.

Se propone refozar la detección de inversiones extranjeras en la UE y controlar las exportaciones sensibles y las inversiones fuera de la UE que corren el riesgo de provocar fugas de tecnologías.

Esa estrategia será analizada en el Consejo Europeo de Bruselas la semana próxima.