Asier VERA SANTAMARÍA

Guatemala celebra unas elecciones copadas por la ultraderecha

«Temerosos de Dios» se definen los tres candidatos presidenciales con más posibilidades de ganar hoy en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Guatemala. Los tribunales se han encargado de dejar vía libre a la ultraderecha tras vetar a las alternativas incómodas con el sistema, como la de la indígena Thelma Cabrera.

La ex primera dama, candidata por Unión Nacional de la Esperanza y favorita en las encuestas, Sandra Torres, saluda a sus seguidores durante su mitin de cierre de campaña en el mercado La Terminal en Ciudad de Guatemala, el viernes.
La ex primera dama, candidata por Unión Nacional de la Esperanza y favorita en las encuestas, Sandra Torres, saluda a sus seguidores durante su mitin de cierre de campaña en el mercado La Terminal en Ciudad de Guatemala, el viernes. (Johan ORDOÑEZ | AFP)

Todo apunta a que la pugna será entre tres de los 22 candidatos presidenciales: Zury Ríos, hija del dictador fallecido Efraín Ríos Montt; Sandra Torres, ex primera dama de Guatemala entre 2008 y 2012, cuando era esposa del entonces mandatario, Álvaro Colom; y Edmond Mulet, ex jefe de gabinete de la Secretaría General de la ONU y expresidente del Congreso de Guatemala.

Los tres representan a la ultraderecha, que se opone al aborto, la eutanasia o el matrimonio entre personas del mismo sexo. Lo dejaron claro en un foro organizado por la omnipresente Iglesia evangélica de Guatemala, donde no dudaron en censurar la «agenda globalista» que defiende derechos de las mujeres y del colectivo LGTBIQ+. La ciudadanía se ha quedado sin posibilidad de poder votar una alternativa al statu quo actual basado en Gobiernos ultraconservadores populistas que se oponen a cualquier progreso social y que han saqueado las arcas del Estado.

En primer lugar, el Tribunal Supremo Electoral rechazó la candidatura del Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP) integrada por la líder indígena Thelma Cabrera y el exprocurador de los Derechos Humanos Jordán Rodas. En las elecciones de 2019, Cabrera quedó en cuarto lugar, por lo que no era descartable que pudiera optar a la Presidencia con su defensa del territorio contra las empresas extractivistas y la lucha por los derechos de los pueblos originarios, que representan casi al 50% de la población.

Según una encuesta del propio Ejecutivo, el 75% de los indígenas es pobre, frente al 36% de los no indígenas. Cabrera representaba la única esperanza de izquierdas en Guatemala para revertir la discriminación que sufre la población indígena masacrada por el padre de Zury Ríos, quien, lejos de condenar los crímenes cometidos durante el régimen del dictador en los años 80, lo llega a calificar de «superhéroe». Ello a pesar de que en 2013 fue condenado a 80 años de prisión por genocidio y crímenes de lesa humanidad por la masacre de 1.771 mayas ixiles. El proceso fue anulado diez días después por la Corte Constitucional tras un recurso de su abogado, por lo que el dictador Ríos Montt murió en su casa en 2018 acompañado por la hoy candidata y sin ser sentenciado nuevamente por esta causa.

TRES CANDIDATOS DESTERRADOS

Cabrera no ha sido la única en ser desterrada de la campaña electoral, también fueron excluidos el derechista Roberto Arzú, hijo del fallecido expresidente de Guatemala y exalcalde de la capital, Álvaro Arzú; así como el empresario terrateniente Carlos Pineda, quien, según los sondeos, lideraba la intención de voto. Tanto Arzú como Pineda apelan al voto nulo tras reprobar la corrupción imperante en el actual Gobierno de Alejandro Giammattei, durante cuyo mandato han salido al exilio una treintena de fiscales, jueces y abogados para evitar ir a la cárcel por la persecución de la Fiscalía.

Apenas hay diferencias ideológicas entre Ríos, Torres y Mulet, que no son nuevos en la política, ya que los tres defienden a capa y espada sus «valores cristianos». Todos ellos han prometido hacer frente a la inseguridad, que es el principal problema que aqueja a la ciudadanía, con miles de muertos cada año a manos del crimen organizado y de las pandillas.

En el caso de Zury Ríos, de 55 años, ya ha prometido que, de la mano de la coalición política Valor-Unionista, reinstaurará la pena de muerte, suspendida desde el 2017. Es la tercera ocasión en que Ríos trata de llegar a la Presidencia, tras su intento infructuoso de presentarse en 2019, después de que se lo impidiera la Corte de Constitucionalidad en base a que la Carta Magna prohíbe postularse a personas involucradas -o sus familiares- en golpes de Estado.

Su principal rival es Sandra Torres (Unidad Nacional de la Esperanza), quien parte como favorita en las encuestas y que vuelve a intentar, por tercera vez, acceder al poder que en su día tuvo su esposo. Tanto en los comicios de 2015 como en los de 2019 fue la vencedora en primera vuelta, aunque en la segunda fue derrotada por Jimmy Morales y Alejandro Giammattei, respectivamente. Tras pasar varios meses en prisión, fue absuelta de los delitos de asociación ilícita y financiación electoral no reportada, lo que le permitió presentarse de nuevo a sus 67 años. Sostiene que la única familia posible es la «unidad entre un hombre y una mujer procreando hijos».

El tercero en la carrera presidencial es Edmond Mulet, quien defiende la vida «desde la concepción», si bien estuvo involucrado en los años 80 en un supuesto tráfico de menores cuando ejercía como abogado y notario. Llegó a estar detenido un día en 1981, acusado de favorecer la salida ilegal de menores de Guatemala para que fueran adoptados por familias de Canadá, aunque ese proceso judicial finalmente quedó en nada. A sus 72 años, es la segunda vez que aspira a la Presidencia como candidato de su partido Cabal, después de que en 2015 quedara en tercer lugar. «Soy un hombre temeroso de Dios y creo en el valor de la familia como pilar de la sociedad», asegura.