Dabid LAZKANOITURBURU

Putin en su laberinto

Transcurridas 48 horas del conato de rebelión del jefe de Wagner, y pese a la apariencia de normalidad en Rusia, todo apunta a que el hasta ahora todopoderoso primus inter pares, Vladimir Putin, tiene ante sí la ímproba tarea de recoser unas costuras que quedaron totalmente abiertas el fin de semana.

Con los mercenarios a poco más de 200 kilómetros de Moscú, y evidenciada la impotencia del Ejército para parar su avance, es probable que el inquilino del Kremlin apostara como mal menor por prometer la impunidad a un Prigozhin que, quizás, sucumbió al vértigo de intentar culminar una operación sin contar con los esperados apoyos en el entramado político-militar ruso.

Lo que se negoció y ocurrió entre esas bambalinas el pasado sábado es un misterio que intentará escudriñar la historia, con el permiso de un Poder, aquí y allá, siempre opaco, y con la dificultad añadida de que hablamos de un escenario, el de Rusia, históricamente inextricable.

A partir de aquí, preguntas. ¿Mantendrá Putin al ministro de Defensa, Shoigu, y al general Guerasimov en sus cargos en plena defensa militar ante la contraofensiva ucraniana? ¿Qué hará con su chef, amigo y oligarca Prigozhin? ¿Acabará cayéndose por accidente de un balcón? ¿Y con los temidos mercenarios-presidiarios de alto riesgo de Wagner? ¿Puede renunciar Rusia a las redes que este grupo ha establecido por doquier, desde el Sahel africano hasta los desiertos de Siria, pasando por las cuentas bancarias de los Emiratos?

¿Prescindirá de ellos en Ucrania, cuando a ojos de la opinión pública rusa han liderado los únicos avances rusos desde hace un año? ¿Pisará Putin el acelerador en la guerra para desmentir su propia debilidad?

Continuará.