Miguel FDEZ. IBÁÑEZ
ATENAS
Entrevue
Dimitrios Papadimoulis
Europarlamentario de Siryza y vicepresidente de la Eurocámara

«Tenemos que dar continuidad al legado de Alexis Tsipras»

Dimitrios Papadimoulis (Atenas, 1955) ejerció durante 24 años de ingeniero y ejecutivo de negocios. En 2004 dio el salto a la primera línea política y fue elegido europarlamentario por Syriza-Alianza Progresista. Entre 2009 y 2014 fue diputado en el Parlamento griego y luego volvió a la UE para convertirse en vicepresidente del Europarlamento, cargo que aún ostenta.

(FOTOGRAFÍAS CEDIDAS POR DIMITRIOS PAPADIMOULIS)

 

Encabezada por el derechista Kyriakos Mitsotakis, Nueva Democracia (ND) obtuvo la mayoría absoluta en la repetición de las elecciones parlamentarias celebrada el 25 de junio en Grecia. Syriza, la principal oposición, perdió la mitad de sus votos -pasó de 1.800.000 a 900.000- y cayó del 31,5 al 17,8%. Con la abstención electoral más alta registrada en la historia de Grecia, la debacle incuestionable de Syriza ha forzado a dimitir al carismático Alexis Tsipras, el líder izquierdista que ilusionó a la ciudadanía en los años de la crisis económica. Para hablar del futuro de Syriza y del preocupante auge de la ultraderecha, que cuenta con tres fuerzas en el Parlamento, Dimitrios Papadimoulis atiende en una videollamada a GARA.

Ha dimitido Alexis Tsipras. Asegura que hace falta una renovación y que, para ser coherente con el proceso de reconstrucción, tenía que dejar el cargo. ¿Cómo valora el legado de este político de referencia de la izquierda helena y europea?

Alexis Tsipras ha creado un gran camino para las fuerzas izquierdistas en Grecia y ha sido esencial para nuestro partido. Cuando fue elegido para liderarnos, estábamos por debajo del 5%. Además, fue elegido dos veces primer ministro en 2015 y, durante su mandato, conseguimos reducir el desempleo, la pobreza, la desigualdad y la corrupción. Recibimos una situación financiera dramática, que fue creada por los anteriores Gobiernos, y tuvimos que hacer muchas concesiones a la Unión Europea (UE). En las últimas elecciones, perdimos buena parte de nuestro apoyo y, en un movimiento generoso, Tsipras ha decidido dimitir. Tenemos que dar continuidad a su legado; hay que reunir a las fuerzas progresistas y entregar el poder a líderes jóvenes. Lógicamente, esta decisión seguirá un proceso democrático interno.

En una entrevista mencionó a Nasos Iliopoulos y a otras personas de las listas electorales que recibieron muchos votos en los comicios.

Sí, hice una referencia a líderes jóvenes, a Efi Ahtsioglou, Alexis Haritsis y Nasos Iliopoulos, pero tenemos más figuras. En los próximos días comenzará el proceso para trazar la hoja de ruta de Syriza. En menos de un año se celebran las elecciones europeas, tenemos que hacer los cambios oportunos y aprender las lecciones del mal resultado nacional. Aunque hemos sido derrotados con contundencia, somos la principal oposición.

¿Por qué han perdido la mitad de su apoyo?

No quiero analizarlo ahora mismo. Necesitamos extraer conclusiones en un debate interno.

Hablaba de las medidas que la Unión Europea y la Troika les obligaron a implementar cuando estaban en el Gobierno, entre 2015 y 2019. ¿Estas medidas les lastraron a ustedes y ayudaron al ascenso de la ultraderecha en Grecia?

Sí, por supuesto. Y no solo nos afectaron las medidas de la Troika, sino que los propios representantes políticos en Grecia, que fueron los culpables del colapso económico, atacaron con fiereza al Gobierno de Tsipras. Teníamos enemigos en Europa y en el estamento político griego. Con mucha propaganda, porque controlan más del 90% de los medios de comunicación, crearon una idea falsa de la historia europea reciente; para algunos, los problemas comenzaron en 2015, cuando Tsipras se convirtió en primer ministro.

Se dice que la izquierda no puede derrotar a la derecha sin conquistar el centro político. Conquistaron a esos votantes y, en las últimas elecciones, los perdieron. Uno de los problemas de Syriza ha sido intentar abarcar un amplio espectro de la izquierda. ¿Mantendrán su apuesta integradora?

El principal obstáculo de Syriza es volver a obtener la confianza de la sociedad. La propaganda de la derecha ha estado convenciendo a la gente de que somos unos mentirosos irresponsables. Syriza no es un partido tradicional de la izquierda griega. Tenemos un camino abierto, amplio, con socialistas, verdes, feministas, el centroizquierda, la izquierda radical. No queremos cambiar nuestro espectro político amplio. En la escena europea somos un puente entre grupos progresistas; con otros demócratas, intentamos crear alianzas en cuestiones de derechos humanos. Para recuperarse, Syriza tiene que mantener su esfuerzo decidido por representar a una izquierda europea amplia y moderna. En Europa, presenciamos el ascenso de la ultraderecha y la derecha tradicional; en Italia o Suecia forman Gobiernos, y podría ocurrir lo mismo en España. Si estas fuerzas se alían, es prioritario construir una mayoría ganadora progresista. Se necesitan alianzas, crear un frente con objetivos comunes. Syriza seguirá este camino.

En 2015 lo consiguieron, incluso en el referendo la sociedad rechazó implementar el programa de rescate de la Troika. Además, lograron que la socialdemocracia helena siguiera a la izquierda radical, algo realmente difícil de presenciar en Europa. ¿No pide lo mismo?

Sí, pero es otra época. En ese periodo, el combustible era la propuesta contraria a la casta política y las medidas de austeridad. Una vez Grecia ha tenido éxito con el memorando, y teniendo en cuenta que pagamos un alto precio político por ello, tenemos que dar respuesta a los nuevos retos, que son el clientelismo, la corrupción...

Ningún partido de izquierda parece enamorar, aunque el socialdemócrata Pasok, con el 12% de apoyo, resurge tímidamente. Su líder, Nikos Androulakis, podría convertirse en la futura llave de Gobierno. ¿Es necesario tener una buena relación con el Pasok?

Para la izquierda, la balanza de poder en el Parlamento griego es la peor desde la caída de la dictadura. Además, ha crecido la ultraderecha fuera de Nueva Democracia, porque dentro de Nueva Democracia hay radicales, como ocurre en el PP. Sin embargo, no tenemos buenas relaciones con el Pasok, que nos rechaza por tener a sus antiguos votantes. Para el proyecto progresista no es positivo si nosotros perdemos catorce puntos y ellos solo ganan tres.

Kyriakos Mitsotakis ha obtenido la mayoría absoluta, pero la ultraderecha suma el 13% y elevará una discusión que se le atraganta: la religión o los derechos de los colectivos LGTBI. En esta legislatura, ¿la ultraderecha le penalizará más que la izquierda?

En la campaña contra Syriza, Mitsotakis ha impulsado ideas conservadoras, por lo que es responsable del ascenso de la ultraderecha. Por otro lado, Nueva Democracia mantiene lazos ocultos con la ultraderecha, a la que, debajo de la mesa, para contentarla, le entrega pequeños caramelos. La ultraderecha no será enemiga de la derecha. Hace 30 años, el padre de Kyriakos Mitsotakis alardeaba de tener a toda la ultraderecha en Nueva Democracia; hoy, su hijo conserva una parte. Por eso, la oposición a Mitsotakis no será la ultraderecha, sino la izquierda progresista de Syriza, que es la principal oposición en el Parlamento.

Espartanos, apoyado desde la cárcel por el neonazi Ilias Kasidiaris, obtuvo 240.000 votos, el 4,6%. ¿Por qué sigue presente la ideología neonazi en Grecia?

Por desgracia, no es un caso aislado de Grecia. Esta ideología recorre Europa. En Grecia, Nueva Democracia se equivocó en la forma en la que luchó contra Kasidiaris [redactó varios decretos para que la Justicia pudiera excluir a la formación Griegos por la Patria, que Kasidiaris había creado desde la cárcel; sin embargo, una vez fue excluido Griegos por la Patria, el líder neonazi apoyó a la desconocida formación Espartanos]. Al final, Nueva Democracia hizo propaganda de Kasidiaris, que se presentó como víctima del sistema, aunque sea un criminal. Durante casi tres años le dejaron hacer propaganda desde la cárcel. Cuando Nueva Democracia vio que existía la posibilidad real de que superase el corte electoral, recurrió a la Justicia. Y no ha funcionado. Más allá de los movimientos tácticos, son las políticas sociales la única solución para derrotar a la ultraderecha. Su auge no es solo un fallo de las políticas conservadoras y neoliberales, sino que existe un déficit en las fuerzas progresistas. Si proletarios o desempleados votan a la ultraderecha, es evidente que algo estamos haciendo mal.

Espartanos ha comenzado a organizar manifestaciones y a expandir su ideología. ¿Tendría que ser ilegalizado?

Ilegalizar no es la solución, no ha funcionado con Espartanos y Kasidiaris; más bien ha ocurrido lo opuesto. Tenemos que luchar contra esta amenaza para la democracia a través de la política, y por supuesto, la Justicia tiene que perseguir y castigar las actividades criminales. Pero en Grecia, la ultraderecha tiene presencia en la Justicia, tenemos muchos jueces dispuestos a actuar en nombre de Kasidiaris.