EDITORIALA

El PP sigue el manual de la internacional reaccionaria

Donald Trump pone constantemente en cuestión el sistema electoral de EEUU criticando el voto por correo, aunque él mismo lo utilice -junto con un 11% de sus votantes, según las encuestas-. En la misma línea, Jair Bolsonaro puso en duda la victoria de Lula tratando de inhabilitar las urnas que él mismo gestionaba siendo presidente. Por eso, no resulta extraño que Alberto Núñez Feijóo, el candidato a presidente del Gobierno de la derecha española, trate de generar sospechas de cara a las elecciones del 23J utilizando el voto por correo. Hace unos días, en un mitin, Feijóo demandó a los carteros que trabajen «con independencia de sus jefes», insinuando así algún tipo de órdenes políticas para reducir el número de votos. Algo que, supuestamente, pero sin explicación, perjudicaría al PP.

Alguien podría alegar que ayer Feijóo despejó cualquier duda al sostener que «nadie habla de pucherazo». Pero ese es, precisamente, el modus operandi que han utilizado previamente Trump y Bolsonaro. Primero lanzan acusaciones veladas y sin fundamento que minan la legitimidad del proceso electoral, para luego negar esas mismas insinuaciones apareciendo como «gente de orden». Es una forma de actuar pueril, pero que puede calar en algunos segmentos de la población. Como mínimo, va generando una deslegitimación en clave reaccionaria del sistema político, una comprensión parcial de lo que es un Estado de derecho, un relato que facilita los marcos ideológicos de la ultraderecha. Lógicamente, estas renovadas corrientes reaccionarias engarzan en cada país con sus propias tradiciones, sean el racismo norteamericano, el golpismo latinoamericano o el falangismo español.

Todas esas fuerzas comparten una agenda regresiva que se modula dependiendo de los intereses y los equilibrios de poder. Suponen una amenaza para muchas personas y comunidades. La sociedad vasca conoce de primera mano tanto la vertiente histórica de este fascismo como los experimentos liberticidas que probó José María Aznar a cuenta del «antiterrorismo». En España pueden ganar, quizás. En Euskal Herria, no. Lo que en ningún caso pueden ya es engañar a nadie.